Una película de acción fuera de todas convenciones comerciales, lo que hará huir espantados de la sala a los que buscan algo puramente comercial, con un Joaquin Phoenix que está bárbaro en la interpretación de un sicario sin escrúpulos que no es ningún santo.

En algún momento me ha recordado a Taxi Driver por la noche, los taxis y el tema sórdido del abuso infantil en el mundo de la prostitución, pero pronto se aleja de la obra de Scorsese para recorrer un camino que va desde el homenaje a Hitchcock con Psicosis al drama psicológico o puramente familiar.

Pese a su corta duración he mirado el reloj al menos en un par de ocasiones para ver cuanto le quedaba para acabar, lo que, pese a que no es una película mala, tampoco es buena señal.

Me ha parecido un acierto que Joaquin Phoenix aquí no luciera un cuerpo trabajado de abdominales, si no que fuese el suyo, corriente, el que luciera este psicópata (lo es) al que tan pronto le tienes lástima como llegas a odiar.