ATENCIÓN: No vale, es una película de plumillas. Una modernez para bulímicos emocionales que no soportan que en una película ocurra algo más que el que una brizna roce un ojo tras hora y media de pesadez deleznable. ¿Gimoteará o no gimoteará? Esa es la cuestión. Bill Murray hace de Bill Murray en un grado que Van Damme aún está lejos de alcanzar (y cuando lo consiga será alanceado por eso plumillas cuarentones que idolatran su propio fracaso vital). Película por tanto complaciente, endeble, repleta de viejas glorias que no dicen nada pero que irradían el leve destello de su crepúsculo para regocijo de anémicos, sesudos, cobardes y convencionales portadores de libretas y lápices con luz en el túnel perpetuo de penumbra que parecen ser su vidas. Pirateadla en todo caso. Jim Jarmusch, él también, parece haberse uncido al carro de ser guay, enrrollado y de no decir absolutamente nada que no sea "esta es mi firma" en una película.