Con un guión inteligente, bien actuada y echando sobre la mesa las estructuras (in)morales de la banca estadounidense, Oliver Stone en su etapa dorada de Hollywood corona su visión del mercado bursátil con "Wall Street" (1987), una cinta que es irresistiblemente atractiva en cuanto al ascenso y caída de los sueños.

Precisamente apelando a dicho aspecto como slogan, Charlie Sheen y Michael Douglas se dejan conducir por las ambiciones y elevan la codicia a un nuevo status, donde arrepentirse no vale y el veneno sabe tan bien que no querrás dejarlo.

Es una película de escrúpulos, ambiciones, de una vez mordido el pastel guardarlo y no dejar más para el resto. Los cánones morales que detonarían en cíclicas crisis financieras al menos una vez por década, son precozmente retratados con una actualidad elogiable.

Salvo el yerro de Hannah en el secundario el resto es oro. Bien pulido y con alto grado de recomendación. Sin duda en el podio de mejores películas sobre el mundo de las finanzas y con el sello genérico de su título ganado con todas sus letras.

Aunque el protagónico es Sheen a Douglas le bastan sus apariciones contadas para deleitar al espectador con carácter, pero sobretodo, convicción. Porque de este modo no sólo contrasta la labor del su par principal sino que muestra que para ser un antagonista no basta con encasillarse en el rol de "malo" o "villano", sino que crear toda una filosofía y estilo de vida alrededor enriquece infinitamente la representación y la película en sí.

Para mayores de 14 años no por su contenido implícito sino por la densidad de ciertos momentos, "Wall Street" se merece las loas como referente de las ambiciones en el cine.

Recomendación:
Buena. Una pieza de la colección de oro de Stone.

=Cité de Lord Buyinski= www.buyinski.wordpress.com