Una película de suspenso, pero algo fría, carente de empatía y con un protagonista de buena facha pero poca emocionalidad es "Paranoia" (2013), cinta que se jacta de tener dos tremendos iconos del cine contemporáneo en su elenco.

Estos últimos, Gary Oldman y Harrison Ford, a diferencia de recientes apariciones, no se limitan a completar una lista de actores con apariciones meramente de saludo a la bandera, si no que realmente actúan y tienen roles protagónicos, lo cual al menos llena la expectativa de verlos en roles de importancia y no esa tan utilizada artimaña de incluirlos en el elenco como maniobra publicitaria.

Si Liam Hemsworth estaba listo para un film de esta talla es algo subjetivo con mayores probabilidades de hallar un 'no' por respuesta, pero la culpa no es sólo de él ni de su guapa coestelar, Amber Heard por lo imperfecto de la cinta. La historia se juega a ratos en exceso por los clichés del género y el director Robert Luketic apenas insinúa imprimirle un sello propio.

De algún modo el norte del film se va perdiendo en las promesas realizadas en los primeros minutos y lo que era salvaje al final no lo es tanto, y lo que era apasionado tampoco. Todos los colores se van destiñendo a medida que la cinta avanza y la expresión del protagonista de mover sus músculos faciales como si no estuviera en un catálogo no cambia en toda la película.

"Paranoia" se arriesga poco para lo que debería. Oldman y Ford en lo suyo parece que no pudieran hacer más de lo que se les permite y terminan conformándose, al igual que el espectador, que es mejor no seguir discutiendo cuando el barco ha zarpado.

Una hora y media que se hace más larga. Quizás fuera más esperable sin dos titanes en el reparto. Con ellos se torna en un desperdicio de recursos que no vale la pena.

Recomendación:
Débil. Las desventuras de un maniquí y de un director inepto.