El principal problema de Donde viven los monstruos es, en mi opinión, que se trata de la adaptación de un relato infantil de Maurice Sendak tan entrañable como breve. Y es la duración del cuento el principal lastre con el que cuenta el film ya que el director Spike Jonze pretende ir más allá del relato y dotar a su película de una carga psicológica moralizante con la que no cuenta su precedente literario.

Jonze, como él mismo ha declarado, no ha querido hacer una película para niños sino una película sobre la infancia y para ello explora aún más los temas que Sendak planteaba intentando aportar una mirada hacia atrás sobre las muchas facetas de la infancia.

En cierto sentido es una película de acción protagonizada por un chico de nueve años, con momentos realmente amenos como las escenas entre Mark y los monstruos peleando con barro, las que juegan a arrasar el bosque o en las que duermen todos en piña.
El problema deriva cuando Jonze pretende ir más lejos que el cuento sin conformarse con las emociones límite y los instintos incontrolables e intenta moralizarnos simpatizando con los monstruos y haciéndolos mucho más tristes, complejos en sus relaciones y aburridos en bastantes momentos. Es aquí donde para mi falla la película, no consiguiendo el equilibrio entre el puro entretenimiento que plantea el relato y esa faceta mucho más cargada de psicología a la que quiere llegar el director