Cine del bueno. Eso es el cine de Clint Eastwood. Y esta última película, es una muestra más del genio inconfundible. Personajes en los que se autorretrata a sí mismo, o al menos es lo que muchos suponemos, a través de la información más o menos fiable que tenemos de su vida. Pero siempre personajes que tienen un magnetismo especial. Tal fue el caso de Kowalski en Grand Torino y el de Earl Stone en esta última entrega. Hay una dosis de crítica social y política, sutil a veces y otras no tanto, un tanto lapidario el tema de equiparar mexicanos con drogas y sus emergentes y una profunda mirada interior hacia los valores familiares, algo de autocrítica, tal vez?
Es el cine de Clint Eastwood. Te pueden gustar unas más que otras, pero todas sus películas merecen ser vistas, todas te hacen pensar y te dejan remoloneando en la butaca cuando se acaba porque te cuesta despegarte del guión y del personaje. Y eso sólo lo consigue el buen cine de algunos genios. Hay que verla.