Comedia de corte teatral muy divertida con buenos actores y un tramo final (la cena) que llega a hacerme reír bastante, lo que indica un humor que funciona, por lo menos conmigo.
Su pilar central es un Robin Williams en estado de gracia, con un personaje gay centrado que choca con su novio "locaza" y que, como son polos opuestos, tienen muy buena química.
Trata el manido (pero siempre importante) tema de la tolerancia desde un punto de vista tan acertado que no queda otra que estar de parte de estos personajes, como debe ser.
Por otro lado, ahí está Gene Hackman, serio y estirado, que pone el contrapunto y que evoluciona a lo largo de la película, entre otras cosas porque no le queda más remedio y, como dice la canción, son una familia.
Falla un poquito en el ritmo, porque para ser de risa es demasiado larga, de manera que, forzosamente, no pueden estar contando chistes continuamente durante dos horas. Así que tiene tramos serios donde se vuelve un poco menos interesante, y hace que no sea muy apta para ser vista muchas veces, a pesar de la genialidad de la famosa cena del final ("¡Los camarones!").