Puede parecer una película de suspense muy sencilla y convencional, pero creo que se le puede sacar bastante jugo.
Para empezar, me parece muy curioso que, desde el primer momento, conozcamos la identidad y los planes del psicópata de turno. Y viendo quién es y cómo es, la película nos recuerda la inquietante idea de que están infiltrados entre nosotros, y que cualquiera puede ser un peligroso malhechor.
Los actores principales forman un buen reparto, con un joven Kiefer Sutherland totalmente obsesionado por resolver un caso digno de aquel antiguo programa de televisión con Paco Lobatón. Su personaje representa la otra cara de la moneda, el sufrimiento de los que tienen un ser querido desaparecido, y cargan con el lastre de no saber nada durante años.
Pero el que destaca más es Jeff Bridges, en un papel bastante atípico para él.
La trama es mucho más sencilla que en otros films de psicópatas, pero eso no le resta interés. Acompañamos al sufridor protagonista en una investigación difícil y larga, que afecta a sus relaciones personales. Sutherland consigue que empatice con su personaje.
Es una intriga muy recomendable, aunque no forme parte de la memoria colectiva de los espectadores y no haya dejado huella en el género.