Hollywood insiste. Aunque la película con Timothy Olyphant y Olga Kurylenko no fue que digamos un gran éxito, aquí tenemos otra vez al calvo del código de barras en la nuca.
El cambio de actor no se nota demasiado, pues el personaje está rapado y es completamente impasible y carente de emociones. En poco más concuerda esta película y el videojuego, aparte de que aparezca disfrazado un par de veces. El resto de los elementos habituales no existe. No hay sigilo, ni planes para cumplir la misión, ni dilema moral ni nada.
De hecho, al principio parece algo así como “Terminator”, pero luego deriva en un sinsentido en el que la chica tiene poderes extrasensoriales, nunca quedan claras las motivaciones de los malos y se echan en falta secuencias de acción de más calidad.
Aquí reside el primer gran fallo del film. Si una película tiene un argumento malo pero ofrece buenas dosis de acción, no hay problema si no nos ponemos exigentes. Lo malo es que, en este caso, cuando llega la acción, ni es emocionante, ni intensa, ni espectacular ni nada.
Todos los momentos de acción sale ya en el tráiler, y la verdad es que es no hay nada más. Los tiroteos y persecuciones son muy breves y por debajo del nivel medio del género.
A ratos, se tiran mucho tiempo sin hablar, pero luego cuando hablan tienen diálogos de besugos. El flojísimo guion está mal contado y no se entiende bien del todo aunque no debe de ser muy complicado.
Además, tenemos idas de olla argumentales como la escena del motor de avión, los cables que se agarran al coche, o que el personaje de Zachary Quinto tenga un antibalas bajo la piel. ¡Cágate, lorito!
Es una película mala y no hay más que hablar, aunque no lo es tanto como algunos dicen, pero está claro que no se le puede dar el aprobado. La de Kurylenko estaba muchísimo mejor. Para mí ya era aceptable, pero comparada con ésta es todo un peliculón.