Señoras y señores, esto es la decadencia total.
Principios de los 90. Las consolas de videojuegos tienen un auge comercial impresionante. Los chips de 8 bits están muriendo, siendo la época de “Mega Drive” y “Super NES”, pero uno de los juegos más exitosos de la generación anterior, y que dio lugar a muchas secuelas, iba de un fontanero con bigote que andaba de izquierda a derecha pegando saltos, cogiendo monedas y setas para llegar a rescatar a una princesa retenida por un villano que parecía algo así como un lagarto.
Eran otros tiempos en los que la imaginación y la jugabilidad imperaban sobre los grandes gráficos e historias cinematográficas que podemos vivir hoy en día en este excelente hobby.
El cine siempre ha tirado de cosas populares para sus proyectos, bien sean libros, obras de teatro, cómics, etc. Tarde o temprano había que adaptar un videojuego.
En este momento, hasta donde llega mi memoria y sin querer tirar de ese oráculo de Delfos contemporáneo llamado Google, yo diría que este engendro fue la primera vez.
Esta película solamente tiene un mérito. No sé cómo lo consiguieron. La cuestión es que, como estudiante adolescente aficionado a los juegos, tuve la infame oportunidad de sufrirla en el cine. Lo reconozco, fui imbécil, y no es algo de lo que me sienta orgulloso, pero la vi. A lo que voy es que, habiéndola visto en 1993 en el cine, y sin haberla vuelto a padecer (o eso creo), ¡todavía me acuerdo de ella! Es una película tan horrorosamente mala que no consigo borrarla de mi mente más de 20 años después. ¿Dónde está el Will Smith de “Hombres de negro” y su cacharro de amnesia cuando se le necesita?
Tenemos:
- A unos hermanos fontaneros que por respetar el aspecto de los juegos, se muestran absolutamente ridículos en imagen real.
- Una introducción con unos dinosaurios hechos por animación clásica totalmente cutre en el mismo año que Spielberg los resucitó en imagen real.
- Dennis Hopper deberá estar revolviéndose en el más allá por haber hecho esta cosa. ¡Y pensar que fue la mano derecha del general Kurtz!
- Los dinosaurios humanoides son más patéticos que la muerte de Chanquete. Esos disfraces horripilantes con esas cabezas reducidas cual jíbaros, con esos andares de robot, dan ganas de meterse en la película con un sable láser y desquitarse a mandobles.
- ¿Y ese vagabundo con la guitarra haciendo canción protesta contra Koopa? Todavía se me aparece el grandísimo hijo de meretriz en mis peores pesadillas.
- ¿Por qué no hicieron una película infantil animada que se basara más en el juego, en vez de inventarse esta dimensión paralela con dinosaurios parlanchines en un argumento digno del “razzie”?
Es muy difícil no clasificarla utilizando palabras malsonantes. Que me censuren el título de la crítica si les parece mal, pero llamarla así es incluso demasiado suave.