Críticas por las nubes, premios a tutiplen y un relativo éxito de taquilla para tratarse de una película de corte independiente.
Esperanzado de encontrarme con una joyita me pongo a verla y ¿qué es lo que encuentro? Vacío, aburrimiento, planos largos tan estáticos que dan la sensación de que el dvd se ha estropeado y no puede avanzar, diálogos insulsos y lentísimos sin credibilidad (nadie habla tan despacio en la vida real) y tediosos silencios.
De verdad que no sé que demonios le ven a esta cosa.
Y mira que la premisa es interesante. Un conductor especialista en hacer escenas peligrosas para el cine por la noche se dedica a transportar delincuentes que quieren huir de sus escenarios del crimen. Algo vagamente parecido a la divertida saga "Transporter". Sin embargo, esto es tan solo el entorno donde se desenvuelve el protagonista. Y es que quitando un par de brevísimas persecuciones adornadas por una anticlimática música, la acción es nula.
Más bien se centra en una introspección sobre el personaje (que nos la tenemos que inventar porque este hombre habla menos que un monje con voto de silencio), su relación con su vecina y poco más.
Es tan solo en la recta final del film donde la cosa se empieza a animar un poquito, con muertes y ajustes de cuentas, sin embargo, el tedio que me ha dominado durante la primera eterna hora ha sido tan profundo que no me compensa.
No me ha convencido su lenguaje ni su forma de narrar una historia potencialmente interesante.