Al famoso director español no se le puede reprochar nada en una película como esta.
No hay más que ver la secuencia inicial. Se nota que ama el cine viendo cómo trabaja con la cámara, con los especialistas y en el montaje, que no tendría nada que envidiar a cualquier "western" de Hollywood.
También están muy bien los créditos iniciales, con estética de cómic y una música de Roque Baños que homenajea al género.
Los actores están perfectos, y especialmente Carmen Maura y Sancho Gracia. Este último hace de una especie de Clint Eastwood español venido a menos con los años, melancólico con su pasado glorioso en el cine, pero patético con su vida actual.
Ese sentimiento de "cualquier tiempo pasado fue mejor" se transmite también con los propios estudios del oeste que hay en Almería. Es un lugar que en los años 60 fueron una pequeña meca del cine, pero que hoy en día languidece como un triste remedo para turistas de lo que fue. Afortunadamente, en la vida real, tras las reformas de hace unos años, tengo entendido que el famoso poblado está en mucho mejor estado de conservación y tiene bastante más éxito turístico de lo que podemos ver en este film.
Pero, al fin y al cabo, estamos hablando de una película de Álex de la Iglesia, y no carece de su idiosincrasia particular. Hay caspa española, humor negro, personajes un poco surrealistas y un trasfondo serio que hace que no sepas nunca si hartarte de reír o pensar que estamos viendo una gran película de acción.
Curiosamente, la mezcolanza de realidad cutre con la magia del oeste y los peculiares personajes, bajo la batuta de Álex, en esta ocasión funciona bastante bien.
Como dije en mi reseña de "El día de la bestia", considero que en esos años, de la Iglesia era un estupendo director, pero que en sus últimos trabajos no logra dar en la diana ni mucho menos. No me ha gustado ninguna película suya desde "Balada triste de trompeta" (incluida) hasta la fecha (2018).
Pero "800 balas" es sin duda de las buenas que hizo en sus mejores tiempos. Y desde luego se nota que hacía lo que le daba la gana. Al fin y al cabo, como dice el protagonista: "No divertirse cuando uno puede, es el mayor pecado del mundo". Y por eso nos ofrece momentos muy locos y graciosos como la fiesta del "saloon", el asalto al bar del pueblo y el desquiciado final. También aprecio un toque políticamente incorrecto (esa Sandra, por ejemplo) que no creo que fuera bien visto hoy en día, aunque no tenga tantos años la película.
Eso sí, se hace un poco larga, y el duelo del final, con ese aire tan solemne, no me lo creo viendo lo alocada que es el resto de la historia.
¡Que alguien baje a Eduardo Gómez de ahí!