La relación de amistad y respeto que se establece entre estos alumnos del barco escuela y su capitán (oh, capitán) Jeff Bridges da lugar a recordar inevitablemente la famosa película con Robin Williams y Ethan Hawke.
Esta no es tan brillante, pero Ridley Scott logra construir una historia más o menos entretenida, aunque eso sí, algo irregular de ritmo. Y es que no es exactamente una historia de aventuras en alta mar, sino más bien un drama humano en donde importan más los personajes que las secuencias donde corren peligro sus vidas. El tramo final llega a ser un tanto pesado, pues cuando parece que va a terminar, todavía queda la parte que precisamente es la menos interesante de toda la película.
Es decir, que va de menos a más, y luego otra vez a menos.
Pero, sin ser de las mejores películas de Ridley Scott, se nota su talento narrativo y que sabe sacar lo mejor del actor de "Starman", con el típico mensaje de valores humanos que se puede esperar de una historia de estas características. El resto de actores jóvenes no me dan ni frío ni calor.
La película me gusta, pero tampoco es excesivamente notable. Es de las que pierden mucho si las ves más de una vez.