Nuevamente no puedo pasar por alto el auténtico destrozo de título que han hecho las estupendas distribuidoras españolas. No solo ponen algo que no tiene nada que ver con el título original, sino que tampoco tiene relación con la película. En fin, ajo y agua.
Si no me falla la memoria, esta es la única incursión hasta la fecha de Kevin Bacon en el cine de terror, al menos como protagonista ("Viernes 13" no cuenta). El versátil actor desempeña muy bien su papel de padre de familia obsesionado por las visiones que tiene desde que le hipnotizan en una fiesta.
La historia es muy típica. Hay un fantasma que da sustos y hay que descubrir qué quiere para que deje de incordiar. No falta el amigo invisible, el niño vidente y los sobresaltos que uno se lleva aunque se los esté esperando. En lo que sí sorprende (pero no demasiado) es en la resolución, que yo por lo menos no me la esperaba así.
Es una película de terror muy convencional, pero que está muy bien filmada por Koepp. Eso y la actuación de Bacon elevan un poco su calidad, que de no ser por eso no pasaría del cinco pelado.