Pues lo que tenemos es:
- A Aaron Eckhart fuera de lugar. ¿Qué hace este hombre aquí?
- Destrozan un mito de la literatura metiéndolo en un universo sobrenatural. ¿A cuento de qué viene tanto batiburrillo? ¿No podría haber sido un personaje inventado? No, tenían que meter al monstruo de Frankenstein (que aquí no es feo y habla perfectamente) para captar la atención del público. No me gusta mucho esta moda de rehacer personajes e historias conocidas con un toque moderno y que les falta al respeto.
- Un argumento sin sentido, que copia burdamente cosas vistas en "Underworld", "Blade" y otras más de serie B fantásticas como "Legión", "El sicario de Dios" o "Abraham Lincoln, cazador de vampiros", pero ¡haciéndolo mucho peor que estas 3 últimas, que ya era difícil!
- Gárgolas de piedra vivas que vuelan siendo macizas, y que cuando se transforman en su apariencia humana, milagrosamente salen ya con la ropa puesta, la cual a su vez se esfuma cuando se convierten en gárgolas.
- Una ambientación penosa, con esas calles siempre vacías. Sé que no conviene que haya gente de por medio, pero es que no hay quien se lo crea.
- Actores relativamente buenos pisándose a sí mismos su prestigio. ¡Por Dios, Bill Nighy haciendo de demonio! A propósito, el tal demonio está hecho con un traje de goma, pues la punta de sus cuernos (o lo que se le parece) oscila y se puede ver perfectamente, señal de que muy sólidos no son.
- Demonios enchaquetados y con corbata. ¿Por qué a ellos no se les evapora la ropa cuando se transforman?
- 90 minutos que se hacen largos.
- Peleas muy cortas y espaciadas, sin espectacularidad ninguna.
Y no sigo, que ya estoy gastando demasiadas pulsaciones de teclado para hablar de esta cosa.