Ciertas películas adquieren la condición de clásicas desde el mismo momento en que se estrenan. Tienen éxito, son conocidas por todos y aptas para verlas muchas veces, y se nota desde el primer momento que van a ser recordadas con el paso del tiempo.
Esto está claro que pasa con “Leyendas de pasión” (en realidad son leyendas del otoño), aunque personalmente me parece una película simplemento buena y no una gran obra maestra como es considerada por muchos espectadores.
Supone uno de los primeros grandes títulos de Brad Pitt, que estaba despegando su meteórica carrera, y uno más de la avalancha de films que hizo Anthony Hopkins tras su espectacular papel de Hannibal Lecter. Ambos actores coincidieron también en “¿Conoces a Joe Black?”, un auténtico tostón en mi opinión, aunque no venga mucho a cuento.
El director es el magnífico Edward Zwick. Es de esos cineastas que la mayoría no le conoce por su nombre, pero sí sus películas, pues en su filmografía abunda la buena calidad y el éxito.
La historia trata de la familia Ludlow, un padre y tres hijos que viven en una casa de campo a principios del siglo XX, y los diversos avatares que la vida les presenta durante dos o tres décadas. Como acontecimientos históricos aparecen la Primera Guerra Mundial, el racismo contra los indios y la ley seca, pero verdaderamente eso es un trasfondo un poco secundario, pues lo que más peso tiene son los dramas familiares. El eje de todo es Susannah (Julia Ormond), prometida de uno de los hermanos pero deseada por los otros dos. El argumento es profundamente triste, pero con un componente romántico que si lo unimos a la melena rubia del jovencísimo Brad Pitt hace que, como es lógico, la película sea una pasada para un gran número de féminas. Sin embargo, no estamos ante la típica pastelada aburrida y ñoña que podría ser. La parte amorosa no es empalagosa, entre otras razones porque pasan muchas cosas más. Supongo que eso se lo debemos a Zwick, un gran narrador de historias. Está muy bien hecha para que le guste a todo tipo de público y no solo a melancólicas y suspirantes mujeres de lágrima fácil con un paquete de pañuelos cerca.
Cuenta también con una fotografía excelente, y sobre todo por una banda sonora que quita el hipo, del genio James Horner. De hecho, para mí la nota sería un 6, pero le subo un punto más por su grandiosa música, capaz de poner los pelos de punta al más pintado de lo buenísima que es.
De hecho, creo que la película no es tan épica como pretende ser. Solo tiene algo de eso en la parte de la guerra, lo que pasa es que con esa banda sonora, todo el conjunto se ensalza y parece más buena de lo que realmente es. Es un claro ejemplo de la importancia de las composiciones musicales en el cine, y de lo mucho que pueden ayudar a mejorar una película.