"La historia interminable" es una de las muchas películas que llegaron en la decada de los 80 y a los que éramos niños nos transportaban a otros mundos llenos de imaginación y fantasía. Para cualquiera que viera este film en sus tiempos, es fácil que le llegara al corazón y la tenga mitificada.
Bastian, Atreyu, el dragón de la suerte, el oráculo del Sur, la Emperatriz Infantil en su torre de marfil, el comepiedras. Una sucesión de estupendos y entrañables personajes que viven sus aventuras en el mundo de Fantasía. Y todo ello transcurre dentro de una novela que llega a interactuar con la persona que la lee.
En una época aún lejana de la revolución infográfica de James Cameron y su "Terminator 2", cuando los efectos especiales eran artesanales, la historia y la puesta en escena compensan con creces la falta de medios. Y aún así, creo que muchas de las películas basadas en literatura juvenil fantástica que se hacen hoy en día tienen mucho que aprender de esta adaptación de la (aún mejor) novela de Michael Ende.
Vale que las criaturas son claramente muñecos, pero da igual. "La historia interminable" tiene infinitamente más alma y enjundia que "La brújula dorada", "Los seis signos de la luz" y todos esos ejemplos de fantasía de medio pelo con todo el presupuesto y medios que tienen.
Además, en la épica historia de la salvación del reino de Fantasía tenemos muchas lecturas subliminales, aplicables incluso a la actual crisis económica y política (a pesar de tener casi 30 años). Se puede encontrar también un mensaje claro de que lo que verdaderamente da esencia al ser humano es su capacidad de imaginar y soñar, algo que si se llegara a perder del todo acabaría por destruirnos.
Y no olvidemos la excelente banda sonora, con una de las canciones más pegadizas de la historia de la música.
Toda una maravilla de película de las que llegan al alma. Que la vean las nuevas generaciones y aprendan.