Otro remake inútil de una película de terror mítica (y que aún hoy se puede ver perfectamente sin que haya quedado obsoleta).
Se empeñan en volver a hacer lo mismo, incluso hoy en día que el mercado doméstico e internet permiten recuperar la película original fácilmente. Esto no tiene ningún sentido.
En fin, olvidando el esperpento de las innumerables continuaciones y del bodrio con Jason, volvemos al origen. Realmente no es una precuela como el mal traducido título al castellano puede sugerir, sino un remake puro y duro.
Al principio, parece que no va a ser una mera fotocopia, pero luego no es así. Cambian algunas cosas, pero no lo suficiente como para justificarla. De hecho las mejores escenas son las que han copiado directamente de la de Wes Craven.
El rostro del malo (a pesar de estar quemado y que no se aprecien demasiado bien sus rasgos) ha cambiado a peor. Su aspecto es más o menos el mismo, pero el caso es que da menos miedo que antes. Ni la fotografía, ni el tono en general de la película consiguen transmitir lo que la otra sí conseguía. Hasta sus actrices eran mejores, porque parecía que estaban realmente aterrorizadas. Las que salen aquí son de la cantera televisiva y no parecen estar esmerándose mucho a la hora de parecer estar pasándolo muy mal.
Al menos algo bueno se puede sacar de que esta nueva entrega haya resultado ser mediocre, y es que su fracaso dificultará que empiecen una nueva saga con mil partes.
Y como siempre remato en mis críticas de remakes, realmente no es que sea mala, sino que pierde por goleada comparándola con la original. Si no hubiera otra, sería hasta interesante.
Lo que más me ha gustado es la melodía de Steve Jablonsky. Aunque se repita demasiado, es realmente inquietante y casi iguala a la banda sonora de la otra, en cuanto a lo que a transmitir inquietud se refiere.