Ya lo dijo Arturo Pérez-Reverte en las presentaciones de su novela “Sidi” (2019). Este personaje histórico tiene muchísimo más de leyenda que de rigor histórico, en lo que se refiere a documentación fiable que ha llegado hasta nuestros días. Así que, en el fondo, al acercarse a la figura de Rodrigo Díaz de Vivar, se puede enfocar como se quiera.
Si el Cid hubiera sido inglés, tendríamos ahora tantas versiones como las que hay del rey Arturo, a lo mejor hasta habría un Cid cazador de vampiros o zombies, pero como es español, pues no es el caso.
Hacer esta versión animada tiene sus pros y sus contras.

Lo bueno: Puede servir para que el público más joven pueda interesarse algo por esta etapa histórica, y animarse a leer y aprender más de la misma.
Me parece muy bien que en España se atrevan también con este campo de la animación, donde no hemos brillado demasiado hasta ahora, salvo excepciones como “Tadeo Jones” y alguna más.

Lo malo: Quizás dan una imagen del Cid muy dulcificada, siendo alguien que debió ser violento en sus batallas. Además, para tener la épica que se merece, siempre habría sido mejor una película de imagen real (aunque ya está ahí la de Charlton Heston), claro que para eso haría falta muchísimo más presupuesto y trabajo.

Aparte de eso, el film es diversión y aventuras para toda la familia, con un estilo muy de Disney, aunque sin canciones, aparte de la de los créditos, que por cierto está muy bien.
La historia que nos cuentan es fácil de seguir, y con personajes arquetípicos.
La selección de voces mezcla actores famosos, profesionales del doblaje y otros nombres populares que no suelen dedicarse a esto, algo habitual para atraer al público. Por suerte, no les ha quedado nada mal, no como en otras películas de animación americanas de la época en la que estaba de moda esta mala costumbre (“El espantatiburones” o “Vecinos invasores”, por ejemplo).
En su contra, tengo que decir que el estilo de dibujo de los personajes humanos no me gusta. Tienen los brazos y el torso exageradamente grandes respecto a la cabeza y las piernas, con unos rasgos muy cuadriculados en los hombres.
Tampoco me gusta la arenga al ejército, que me parece muy cutre, o que usen la expresión “voilà” en ese contexto histórico y geográfico. Son dos fallos.
Por otro lado, debo decir que la música de Óscar Araujo es bastante buena.
En general, es una propuesta poco habitual en nuestro país, con sus aciertos y errores, no tan redonda como creo que querían que fuera, pero sin duda con cierto mérito y a la que merece la pena echarle un vistazo.