Un manicomio en el que hay apariciones fantasmales, muchos locos siniestros y hasta asesinatos.
Esto es lo que se encuentra el joven doctor al llegar a su nuevo trabajo.
Es un thriller en el que no queda claro si hay fenómenos paranormales o simplemente es un asesino muy real el que hace de las suyas por las noches.
Técnica y actoralmente es mala, eso no se puede negar. Joshua Leonard y su horrible peinado no es que sean muy "oscarizables". El único que se salva es el veterano Lance Henriksen, porque los demás están para matarlos.
Los sustos no dan miedo. Ni siquiera ese macabro pasillo que plagia a "El silencio de los corderos" provoca la más mínima inquietud. Tampoco las apariciones fantasmales, con ese efecto de movimientos rápidos, son nada del otro mundo.
Sin embargo, tengo que reconocer que me ha gustado porque desde el principio me ha picado la curiosidad por ver qué pasaba. La película es además cortísima y todo pasa rápido, con lo cual me ha resultado suficientemente entretenida.
No digo que sea "El padrino", pero para una tarde aburrida puede cumplir su función. Además, tiene alguna que otra sorpresa en el argumento que la verdad es que no me las esperaba.