Con sus dos anteriores títulos (“District 9” y “Elysium”), este director sudafricano se ha consagrado como un nombre a tener en cuenta en el género de la ciencia ficción. Lamentablemente, este nuevo título suyo se ha quedado a medias, en mi opinión.
Una película de robots bien hecha, por regla general, siempre suele gustar, independientemente de su planteamiento. Las hay cómicas (“Cortocircuito”), de acción (“Terminator”), o incluso filosóficas (“Blade runner”, “Inteligencia artificial”).
Pero este robot Chappie no sabe por donde tirar. He llegado a la conclusión de que la película es más bien mediocre, porque no tiene clara su propia identidad. No me ha quedado claro si es cómica o dramática, o si es infantil o adulta. Tal vez quiera ser todo eso al mismo tiempo, y la mezcla de sabores no ha resultado en una buena receta.
La verdad es que empieza bastante bien, con un enfoque muy similar al de “District 9” y con unos efectos especiales a los que no hay nada que achacar. El planteamiento prometía bastante.
Pero cuando entramos en materia, nos encontramos a un grupo de delincuentes de horribles peinados que bien podrían pasar por los malos de cualquier serie de dibujos animados infantiles al uso, por lo imbéciles que son. Esto da lugar a escenas tan ridículas que llegan a dar vergüenza ajena, como por ejemplo la de “cuéntame un cuento, mami”.
Este robot actúa como un niño pequeño, pero como su diseño es al mismo tiempo feo y primitivo, no conecto con él. Era mucho más gracioso el robot número 5 de “Cortocircuito”. Además, en cierta escena, vemos como Chappie aprende todo lo que hay en internet, sin embargo, luego sigue comportándose como un tonto. No le veo sentido. Cuando lo “tunean” y le ponen collares solo consiguen que el robot esté todavía más ridículo si cabe. Por cierto, ¿cuántas veces nombran al puñetero robot?
No encuentro las típicas reflexiones sobre la especie humana que suele haber en este tipo de cine, pero tampoco la diversión que ofrecen otros títulos menos reflexivos. Queda en tierra de nadie, y lo único que ha conseguido es recordarme continuamente a “Cortocircuito”.
Sin embargo, si conseguimos olvidarnos de ese inevitable prejuicio, se deja ver sin demasiado entusiasmo.