Basada en un cómic francés, del que también surgió un videojuego de acción en primera persona con una estética muy peculiar, esta miniserie no está nada mal.
No destaca en reparto ni en realización (el montaje frenético de planos y continuo movimiento de cámara que hay en ocasiones, agota un poco), pero la trama del magnicidio, la conspiración y el agente amnésico traicionado, engancha y entretiene de principio a fin.
La premisa me recuerda a Jason Bourne, pero luego el personaje tampoco es tan heroico ni el argumento tan bueno como en la saga de Matt Damon.
Stephen Dorff no encaja mal como este agente “XIII”, con su aire chulo y buena forma física, aunque hay que reconocer que no es un gran actor. Peor está Val Kilmer, que va a lo suyo, es decir, cobrar e irse a casa sin más interés. Llama la atención la bella Caterina Murino en su papel secundario, pero que tiene más importancia que el que hizo en “Casino Royale”.
Además de tener algo de acción, la historia es un adictivo thriller de espionaje y tramas políticas. Pero lo bueno es que, al ser tan cortísima, todo va al grano sin enrollarse lo más mínimo.
Me ha gustado, sin ser algo que pueda pasar a la historia de la televisión. Por cierto, el final no es que sea así de brusco, abierto y decepcionante, sino que esto tuvo su continuidad en la serie de dos temporadas que protagonizó Stuart Townsend, y que más o menos iba en la misma línea de calidad.