En los años 60, no se podían usar efectos especiales por ordenador. Doy por hecho que este barco lo hicieron a escala real, y que flotaba y navegaba para los planos exteriores. Solo por eso, ya tiene mérito.
Pero a bordo tenemos también a dos grandes de la época, Marlon Brando y Richard Harris, junto con un tremendo Trevor Howard al que no conocía demasiado.
La película recuerda a novelas de viajes y aventuras, como las de Julio Verne, o a esa “enciclopedia” de la vida marina titulada “Moby Dick”.
Nos cuenta la forma de vivir y trabajar de esta tripulación, en lo que es un microcosmos aislado del mundo, y aún más en el siglo XVIII viajando al otro lado del mundo.
Aunque pasan más cosas, el meollo de la historia es lo que da título al film. Las duras condiciones disciplinarias del capitán terminan provocando un enfrentamiento.
Con el estilo de las grandes superproducciones de la época en Hollywood, y un cuidado diseño de producción, está bastante bien hecha.
En su contra, la duración. Al igual que otras grandes de aquellos años, como “Doctor Zhivago” o “Lawrence de Arabia”, por ejemplo, se les va mucho la mano con el tiempo.
Y lo que podría ser (y para muchos será) una obra maestra, pierde un poco de fuerza con ese exceso de metraje (casi 3 horas), teniendo un ritmo un tanto lento.
Pero eso es una mera percepción mía, y creo que objetivamente es bastante buena.
Las escenas en Tahití son muy llamativas por la fotografía, y no solo por los paisajes. No sabía yo que las nativas eran tan amistosas con los extranjeros en aquella época.