Las caras que se pueden ver en el cartel del film, automáticamente atraen la atención de cualquier espectador medio, como es mi caso. Un título de Alan J. Pakula que reúne a dos grandes actores de dos generaciones distintas como son Ford y Pitt, es de esas que había que ver sí o sí.
Lo malo es que es uno de esos casos en que la cosa prácticamente se queda en eso.
En el thriller, hay una rama de películas que consisten en que un psicópata o muy mala persona, se adentra en la vida cotidiana de una familia estándar norteamericana, manteniendo la fachada de ser muy buena gente cuando son todo lo contrario. Aunque hay excepciones como alguna de las primeras que salieron con este molde ("La mano que mece la cuna", por ejemplo), por lo general son historias previsibles, con pocas sorpresas y cuya única baza a tener en cuenta suele ser su reparto. Esto es lo que le pasa a "La sombra del diablo".
Los actores son buenos, pero el argumento es flojo, y el resultado final queda un poco descompensado. De hecho, sin que llegue a durar las dos horas, se me antoja un poquito lenta en su tramo central, cuando la amistad entre los protagonistas está en su punto álgido y parece que tarda mucho en descubrirse el pastel y que nunca van a llegar los malos rollos que se ven venir desde los primeros minutos (no es un destripe porque está más claro que el talento de Lindsey Stirling).
Por tanto, es una película que entretiene con moderación pero que yo no la vería dos veces sabiendo ya lo que va a pasar, ya que, como he dicho, tiene poco que rascar y si cambiáramos a Ford y Pitt por desconocidos, podría ser de esas que emiten los sábados y domingos a la hora de la siesta, o poco menos.