Chloe es una chica inteligente que quiere ir a la Universidad. Lo malo es que tiene más problemas de salud que los que salen en media temporada de “House”, y que su madre es bastante sobreprotectora. Parece ser que la mejor carta del film es contar con la estupenda Sarah Paulson (“American horror story”), una actriz con muchos registros que parece estar especializando en personajes bipolares o complejos.
Sin embargo, al final resulta que la prácticamente principiante Kiera Allen se la come por sopas a la hora de actuar frente a la cámara, al menos en este título.
Se trata de un thriller de elementos simples. Casi todo transcurre en la casa y con poquísimos personajes (consecuencia, quizás, de ser una película de 2020). Pero eso no es malo, sino que le da más mérito a un guion bien construido, de los que te atrapan a poco de empezar, y que mantienen el suspense hasta el último minuto.
La otra pata del género, las sorpresas, cojea un poco. Tengo que decir que, al principio, me imaginaba ya lo que estaba pasando. Y, por supuesto, el final de la secuencia de la carretera se sabe cómo va a ser, porque es un cliché, sobre todo para el que haya visto mucho cine de este tipo. Al menos, esa cierta predictibilidad (que no se extiende a todas las secuencias, afortunadamente) no estropea la película, que a pesar de ello es muy entretenida, fácil de ver y disfrutable, principalmente por las actuaciones.
También es acertada en su corta duración, porque no hacía falta que durara más y no pierden el tiempo con rellenos inútiles.
Me quedo con las interpretaciones de las actrices principales, y también con la astucia que tiene el personaje de Chloe para resolver sus problemas. Esta chica está hecha toda una “MacGyver”.