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España España · Córdoba
Voto de i42poloj:
6
Ciencia ficción. Drama En la primera década del nuevo milenio, con avances tecnológicos que engullen la soberanía de la compasión humana, Richard Martin (Sam Neill) compra un regalo, un nuevo robot NDR-114. El hijo más pequeño de la familia le pone de nombre Andrew (Robin Williams). Andrew es adquirido como electrodoméstico casero programado para realizar tareas menores. A medida que Andrew empieza a experimentar emociones y pensamiento creativo, la familia ... [+]
5 de mayo de 2020
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Chris Columbus es especialista en cine familiar y bonitas historias con valores humanos, pero aquí mezcló todo eso con la ciencia ficción robótica, un vehículo muy apropiado para explorar los sentimientos y la condición de nuestra especie.
En un papel atípico que sin embargo le sienta muy bien, Robin Williams está tan genial como siempre, aunque más comedido en lo que a gesticulación se refiere, como no podía ser de otra forma. Por cierto, su aspecto habitual no entra en escena hasta bien avanzado el film.
Aquí hay más vis dramática que cómica, tanto en el personaje como en la película en general.
Vemos su aprendizaje y desarrollo desde el estado de mente artificial fría a un comportamiento cada vez más humano. No sabemos por qué le pasa esto, pero eso no tiene la más mínima importancia para una historia más reflexiva que fantástica. Pero Columbus tiene los pies en el suelo y no llega a la profundidad filosófica y metafísica de otros títulos clásicos del género (“2001”, “Blade runner”, etc.). La película es totalmente comercial y apta para todos los públicos.
El drama de este robot, al que no le permiten desarrollar todos los sentimientos, creatividad e inquietudes que tiene dentro, me parece muy interesante y emotivo.
Algunos diálogos, además, son divertidos y ocurrentes, como cuando habla de sexo con Oliver Platt. Así que el resultado es recomendable.
Pero también tiene pegas. No creo que sea un film como para verlo muchas veces. A pesar de sus virtudes, el desarrollo es lentísimo, y quizás más largo de lo necesario. El tramo final es el menos interesante, a pesar del sentimentalismo, y uno puede llegar a cansarse a esas alturas.
Por cierto, James Horner en la música habría hecho un trabajo tremendo, si no fuera porque constantemente se empeña en plagiarse a sí mismo con piezas sacadas de “Braveheart” y “Deep impact”. También pensaba que los títulos de crédito suenan igualitos que los de “Una mente maravillosa”, pero eso no es autoplagio, porque la de Russell Crowe es posterior a esta.
i42poloj
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