Crítica escrita tras ver la temporada completa.
Cuando un clásico de ciencia ficción que nos hace reflexionar sobre sociología y psicología humana es tan bueno, muy mal lo tendrían que haber hecho para no tener un buen resultado. La novela de Aldous Huxley no ha perdido vigencia en absoluto, y aquí le han dado un buen lavado de cara para adaptarla al público del siglo XXI.
La historia no contiene acción ni grandes efectismos, así que donde se han esforzado es en la estética y la fotografía, que me parecen bastante buenas. Digamos que “Un mundo feliz” entra por los ojos, con el diseño de producción, vestuarios y los decorados.
Pero tampoco adapta con excesiva fidelidad el relato, sino que coge las ideas fundamentales y va a su ritmo, obviamente con la intención de extenderse en una segunda temporada que ya se sabe que nunca va a llegar. De hecho, en ocasiones adolece de cierta lentitud. La serie no va con prisas en sus tramas principales. En el tercer episodio parece que la cosa despega y se pasa a la acción, pero luego se pone tranquila otra vez, hasta la conclusión.
Se ve que Alden Ehrenreich no tiene demasiada suerte. No causó demasiada aceptación en general su “Han Solo” (aunque yo la defiendo mucho), y ahora le cancelan esta serie en una única temporada. Tendrá que seguir buscando su sitio. En cuanto a Demi Moore, llama la atención su papel, entre otras cosas por lo secundario que es. Los años no perdonan a muchos actores y actrices a la hora de perder importancia con sus papeles.
De todas formas, el reparto, dada la frialdad de los personajes de esta sociedad aparentemente idílica que mantiene a raya las emociones, no tiene muchas opciones de lucirse dramáticamente a lo largo de los 9 únicos episodios. A más pastillas de soma, menos intensidad emocional, claro, salvo en determinadas partes.
Las tramas sobre el individualismo y la búsqueda de una situación en la que la felicidad artificial no nos venga impuesta, me gustan mucho. De hecho, el libro me lo he leído varias veces porque me parece una auténtica joya que da mucho que pensar. Esta serie logra captar, aunque sea a su propia manera, la esencia de lo que Huxley nos quería transmitir.
Con todo, no creo que sea una serie para todo tipo de público. Aunque no es extremadamente profunda y se puede entender a la perfección, no sé yo si el ritmo lento del argumento y esas fiestas y orgías (rodadas con cuidado para no pasarse mucho de la raya) serán del gusto de todos los espectadores.
Me ha gustado, y me quedo con las ganas de saber cómo habría seguido.