La inigualable Scarlett Johansson es una cazadora de hombres en esta película independiente de culto que ha tardado años en ser distribuida en España. Y al verla entiendo perfectamente por qué. En cines habría sido un estrepitoso fracaso, pero en 2020 las plataformas audiovisuales necesitan material acuciantemente, y era el momento.
Con este tipo de supuestas “joyas” siempre me pasa lo mismo. Y es que me da la sensación de que los que la alababan lo hacían más aún por el hecho de tener que verla en versión original. El típico “postureo” de “Yo la he visto y tú no”.
Que yo no digo que no tenga su morbo ver a la deseada Scarlett en paños menores y más aún, aunque sea poquito rato. Pero, cuando más allá de ver su bella piel (único motivo por el que no le he puesto un 1 de nota), el resto es surrealismo absurdo, diálogos de besugo (los pocos que hay, que casi parece “En busca del fuego”), aburrimiento concentrado y una banda sonora que rivaliza en falta de calidad con las de “Ravenous” y “Sinister”, la película no puede catalogarse con otra cosa que no sea bodrio sobrevalorado.
La vacuidad de esta “Bajo la piel” es superlativa. Desde los larguísimos silencios en escenas donde no pasa absolutamente nada (minutos y minutos con Scarlett conduciendo), hasta la cara de tonto que se te queda esperando que, por lo menos, tuviera alguna buena secuencia subida de tono en plan “Instinto básico”, dada la naturaleza del personaje.
Pero no. Cuando creo que ya he visto todo el tedio que el cine independiente del malo puede ofrecer, veo otra que bate récord en eso.
Si en algo es buena, es en conseguir que 108 minutos parezcan el triple. Es tan lenta que parece que va al revés. Puedes pulsar el botón de avance rápido cuanto quieras, que no vas a perder el hilo.
Por si fuera poco, tampoco es que se consiga entrever algún mensaje o moraleja ocultos que nos quieran contar. Si hay algún simbolismo profundo, no lo veo, y me da igual porque el aburrimiento me impide encontrarlo.
¡Horrible!