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Voto de Agente Cooper:
3
Drama Basada en una historia real. Después de haberse retirado del boxeo, James J. Braddock decidió volver al cuadrilátero, en la época de la Gran Depresión, para poder alimentar a su familia. No era un boxeador con talento, pero su coraje, sacrificio y dignidad lo llevaron hasta la cumbre. (FILMAFFINITY)
1 de febrero de 2006
13 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Cinderella Man" cuenta una predecible historia de superación personal tan del gusto de Hollywood, provista de los suficientes elementos emotivos para resultar conmovedora tocando manidos resortes sensibleros y dejar, al final, un dulce regusto en el espectador.

Ron Howard, cuyo cine no me atrae ni interesa lo más mínimo, cuenta, eso sí, con algunas plataformas de salvación (Russell Crowe, Paul Giamatti y el diseño de producción) y muestra buenas maneras a la hora de filmar las intensas escenas de boxeo, pero, como era de esperar, es incapaz de ofrecer una visión profunda y exenta de maniqueísmos y edulcorantes sobre la historia de este boxeador, Jim Braddock, en decadencia y ahogado por la crisis económica posterior al crack del 29.

Uno de los mayores problemas es que todo resulta trillado, ya visto y previsible. Sabemos que, tras haber tocado fondo, en algún momento Braddock volverá al boxeo para triunfar y salir a flote. Escena tras escena, se cumple la previsión sin sorpresas, sin nada que se salga del tópico guión de turno que nos sabemos de memoria y se ve venir a la legua (¿Qué se podía esperar de Akiva Goldsman?).

Además, los personajes, divididos entre buenos buenísimos y malos malísimos, planos hasta decir basta, poco tienen que aportar y sólo importan sus destinos debido a la manipulación sentimentaloide en la que incurre Howard. Braddock, héroe sin mancha alguna, hombre increíblemente intachable, y su familia, que vive en condiciones de pobreza, generan un sentimiento de compasión en el público por la sencilla razón de que la película opta por regodearse con innecesaria explicitud en las penurias, a lo que se suma una banda sonora que puntea los momentos en los que se supone que uno ha de emocionarse.

Todo está perfectamente medido y estudiado. No hay riesgo. No cabe la originalidad. Nada ocurre que no esperemos que ocurra. Política y académicamente correcta, condescendiente, hinchada de metraje, carente de cualquier rasgo o detalle audaz y sosa a lo largo de su espeso desarrollo, sólo logra sostenerse, como decía, sobre las espaldas de dos excelentes actores, Crowe y Giamatti, y las bondades de su lujoso diseño de producción. Y paren de contar.

Apartado especial merece, para terminar, Renee Zellweger, absolutamente cargante e insoportable en su papel; una actriz que, a base de muecas, vocecitas y ñoñerías, trata de componer personajes dramáticos. En fin.
Agente Cooper
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