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Reino Unido Reino Unido · Birmingham
Voto de Peaky Boy:
8
Ciencia ficción. Romance. Drama En un futuro cercano, Theodore, un hombre solitario a punto de divorciarse que trabaja en una empresa como escritor de cartas para terceras personas, compra un día un nuevo sistema operativo basado en el modelo de Inteligencia Artificial, diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. Para su sorpresa, se crea una relación romántica entre él y Samantha, la voz femenina de ese sistema operativo. (FILMAFFINITY)
6 de marzo de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Spike Jonze es un videoartista cuyo irrefutable éxito y talento, le ha llevado a convertirse en uno de esos directores de cine de culto que cuentan con una larga lista de seguidores, admiradores y críticos que lo idolatran. Esto puede llevar a la valoración subjetiva de su obra ya que, ante el entusiasmo mostrado por estos fieles incondicionales, se generan, como siempre ocurre con los extremos, colectivos antagónicos constituidos por sus más acérrimos retractores. Y así, en lo que al trabajo de Jonze se refiere, encontramos comentarios blancos o negros, destinados a la defensa o condena de una persona y no, como cabria esperar, de una película. Ciertamente imparcialidad es lo que buscaba Jonze cuando decidió filmar Her ya que, pese al éxito y al reconocimiento alcanzados, existe un factor que podría haber estado molestándole y que ha sido la mayor baza a la hora de cuestionar su trabajo: Charlie Kaufman, firmante de los guiones en los dos grandes triunfos que dieron la popularidad y el respaldo de los que Jonze goza en la actualidad: Cómo ser John Malkovich, 1999, y Adaptation, 2002. Sería un completo error otorgar todo el éxito de estas cintas a la pluma del controvertido Kaufan, pero lo cierto es que sí dejaba abierto el dilema de la política de autores, que lleva a tratar de establecer o esclarecer qué aportaciones son del director y cuáles del escritor. Ese conflicto desaparece radicalmente con Her, pues el realizador ha buscado la autoría total del trabajo y escribe también el guion a partir de una idea original.
Originalidad es precisamente lo que promete esta “love story” en un futuro incierto. Theodor es un informático que trabaja redactando cartas afectivas para otras parejas, una fábrica de amor en la que, paradójicamente, la persona que se encarga de componer tanto cariño, se ha quedado sin su propia dosis personal y se enfrenta a un doloroso divorcio. Así que el protagonista buscará sustituir esa carencia afectiva por medio de un sistema operativo muy avanzado que recrea la voz humana y posee una altísima capacidad de comprensión y razonamiento. Los fantasmas del miedo a la soledad y a la pérdida de contacto humano acompañan durante todo el metraje al verdadero conflicto principal: el excesivo protagonismo de las nuevas tecnologías en nuestras vidas; historia de amor entre el hombre y la máquina, algo que nos hace recordar a Solaris, 1972. En la genial cinta de Tarkovsky, el protagonista tenía una relación con una imagen virtual de su difunta mujer, algo que, pese a abordar de lleno el mismo conflicto moral que en esta cinta, al menos dejaba intacta la proposición del amor hacia las personas reales (o la imagen que se recuerda de ellas). Her supone otra vuelta de tuerca, la eliminación sustancial del 50% del factor humano de una relación. Es obvio que no estamos ante una película de ciencia-ficción convencional, ya se han encargado de demostrárnoslo tanto Jonze, como el director de fotografía, Hoyte Van Hoytema quien, mediante la gran profundidad de campo aplicada a la imagen, ha procurado suprimir, en la medida de lo posible, elementos que puedan representar un momento preciso en el futuro, como coches u objetos robotizados, centrando la atención en el nítido foco de la acción, y desdibujando por medio de una imagen borrosa todo lo que existe a su alrededor. Otro elemento suprimido ha sido el color azul; así es, esta tonalidad cromática no aparece en toda la película; el color protagonista del género fantástico, según el equipo de realización, se ha eliminado para conseguir crear una apariencia única.
¿Blue is the warmest colour? No para este director que ha aprovechado su estética anti-azul con la intención de crear un ambiente cálido lleno de tonos escarlata, aunque eso sí, recurriendo, como hiciera Abdellatif Kechiche en su cinta ganadora de la última Palma de Oro de Cannes, a los primeros planos para enfatizar la soledad del protagonista que, caminando melancólico, como mecido por la sensacional melodía de Arcade Fire, sobre su virtual campo de amapolas, parece haber desarrollado una antropofobia a consecuencia del desamor, que le obliga a refugiarse en la seguridad y el confort que le ofrece una máquina no programada para el rechazo. Es precisamente la capacidad exegética de Jonze lo que hace totalmente creíble su obra. Pese a representar esa metacinematografía que nunca se conforma con lo convencional, la finalidad de su cine es explicar cada detalle, para que por muy estrambótica que resulte la idea, todo cobre sentido en el desenlace. Y no es que estemos ante algo de una singularidad desbordante, otros directores ya habían planteado conflictos muy similares con anterioridad, incluso el ritmo narrativo se vuelve monótono y redundante por momentos en la reiteración de unos flashbacks que sobre-explican demasiado. El mérito no recae en la propia innovación, sino en la asombrosa claridad; mientras otros utilizan el surrealismo como medio para dejar deliberadamente situaciones abiertas y sin explicar, aquí se busca la comprensión final del espectador de modo que se sienta capaz de emitir un juicio propio. Joaquin Phoenix es la herramienta utilizada para mantenernos con los pies en la tierra, una sensacional interpretación de cierto aire naif de este camaleónico actor que se enfrenta a la frialdad de la sensual voz interpretada por una inspiradísima Scarlett Johansson, que representa el terrorífico progreso como eliminación de las emociones.

Termino en spoiler por falta de espacio
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Peaky Boy
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