Obra cumbre del neorrealismo italiano. Rodada a falta de pocos días para el final de la segunda guerra mundial, el film presenta una Italia destrozada, pero con fuerza y energía para ponerse nuevamente en pie tras el duro golpe sufrido.
La crisis económica y la falta de recursos supuso el fin de la cinematografía para muchos, pero otros, como Vittorio De Sica supieron aprovecharse de la situación y sacarle el mayor partido posible. Los estudios de cine estaban abarrotados de gente que había sido desalojada de sus casas y los decorados habían sido destruidos. Gran apuesta la de los directores neorrealistas al poner a toda la gente corriente como actores secundarios o incluso como protagonistas, así como filmar en espacios abiertos aprovechando el cruel, lúgubre y triste, pero a la vez barato, real y nostálgico escenario que la situación política había ocasionado.
La cinta es simple, directa y sin saltos temporales, el resultado fue simplemente brillante. Unas actuaciones conmovedoras y una dirección sublime, cuidando los detalles de cada plano con mucho mimo y plasmando el presente del país que posteriormente se convertiría en historia, de la forma más difícil posible, creíble. Y como es la vida, que pese a los años y avances que han sucedido desde entonces, un nuevo giro de la economía mundial, esta vez no ocasionado por una guerra, o al menos no una guerra armada, nos hace recordar esta película y compararla con la situación actual de desempleo. Gente esperando más de 2 años en el paro, las oficinas de empleo llenas a diario en busca de ayudas, hombres desesperados capaces de deshacerse de todos sus bienes por conseguir un empleo. ¿Les suena familiar? Pues sí, en esta ocasión, el protagonista, marido y padre de un niño (genialmente interpretado por Enzo Staiola), logró encontrar un trabajo que podría dar la estabilidad que su familia tanto necesita, hasta que el sueño se ve truncado por la desesperación de otros. Cuando a Antonio Ricci le roban la bicicleta, herramienta imprescindible para desempeñar el trabajo, comienza junto a su Bruno, su hijo, una búsqueda sin cuartel que le llevará a indagar, rastrear y perseguir hasta que la desesperación e impotencia decidan por él su suerte.