Una serie de catastróficas desdichas de Lemony Snicket es una película rara. No de esas que obligan a calentarse la cabeza del estilo del gran Lynch, sino rara por desarrollo y narración. Y es una buena película.

Brad Silberling dirige la película de forma mágica. La narración en off es magistral, enfocado sobretodo al público infantil pero sin convertirse en un estorbo para los más mayores (más bien es un gran aliciente). Silberling ya demostró en Casper que está capacitado para contar historias infantiles a los más mayores y tenerles sentados durane todo el metraje y aquí vuelve a conseguirlo. Buen guión de Daniel Handler y Robert Gordon, con una estructura muy llevadera y ágil que Silberling se encarga de convertir en una película casi dividida en capítulos que se ve con enorme facilidad (de hecho, la obra de Lemony Snickey va por capítulos). El ambiente está muy cuidado y el trabajo por ordenador, aunque no es magistral ni mucho menos, sí está bien enfocado a redondear las localizaciones de Boston para acabar de crear esa sensación de oscuridad que tan bien pone ante nosotros Silberling.

Jim Carrey nos presenta uno de sus mejores personajes de los últimos años. No voy a esconder que soy de los que piensa que Jim Carrey no es tan mal actor como muchos dicen puesto que ha probado que no solo sabe hacer muecas en películas como Olvídate de mi, The majestic, El número 23 o el Show de Truman. Aquí, Carrey da rienda suelta a su vertiete más histriónica y nos deja un odioso personaje para el recuerdo. Bien Liam Aken y Emily Browning en el papel de los 'hermanos Badelaire', trabajando los dos jóvenes a un nivel muy parejo. Muy bien, como siempre, una Meryl Streep a la que estamos acostumbrados a ver en papeles de peso y que aquí se regala un descanso que parece disfrutar como una niña. Muy bien también el gran Billy Connolly, haciendo de su personaje un referente de la película por tener muchos de sus valores (ingenuidad, simpatía, cierta locura...).

Resumiendo, que es gerundio: Una serie de catastróficas desdichas de Lemony Snicket no gustará a todo el mundo, pero eso no la convierte en una mala película, obviamente. Que cree discrepancias da mucha vida, de hecho. Pero más allá de eso, como esta crítica es mia, lo que guste o deje de gustar debo pasármelo (con respeto) por la curva cerrada de los testículos y debo decir que, para mí, es una de las películas más originales y con más estilo de la última década.