Destino final fue un auténtico bombazo en su momento. Una película diferente, sin duda, que recuperaba el espíritu slasher y le daba un nuevo camino. A mí no me disgusta, pero hay que admitir una cosa: es mala.

James Wong es una de las personas a las que más odio en el cine por lo que hizo con la "adaptación" de Bola de Dragón, pero aquí todavía no había cometido el delito, así que hay que juzgarle como si fuese una persona normal. Wong debutaba como director tras ser guionista en series como Expediente X o Millenium (nada relacionado con Los hombres que no amaban a las mujeres) y lo hacía, cómo no, co-escribiendo el guion de su película. Wong intenta meter una historieta romántica que no viene a cuento y que desarrolla de forma penosa e intenta colarnos una mentira como un piano en ese sentido, pero el problema más grande en Destino final es, a mis ojos, que la revelación de lo que está sucediendo llega de una forma totalmente absurda que deja a la vista las deficiencias imaginativas de Wong y, a partir de ahí, se limita a ir cazando a los personajes con muertes, eso sí, bastante originales que son lo que salva a la película de un espantoso ridículo.

Devon Sawa no es un chico que pueda decir que ha triunfado en el cine pese a haber encarnado a Casper en carne y hueso. Su mayor éxito y por lo que más se le conoce es por el famosísimo videoclip Stan del rapero Eminem y por su papel protagónico aquí, en Destino final. Su trabajo es aceptable, aunque en ocasiones se casca unos momentazos de sobreactuación que se caga la perra. Una joven Ali Larter secunda el plano interpretativo con buenas maneras interpretando a una chavala más sosa que un bocadillo de aire y, por último, mencionar que aparece Seann William Scott (el gran Stifler de American Pie), que aunque aparece poco deja claro que lo suyo es la comedia. Kerr Smith es el tercero en lo que a camino recorrido se refiere, pero lo que sale (o hace) y nada son basicamente la misma cosa.

Resumiendo, que es gerundio: boom monumental que no llega al aprobado (por desgracia esto es algo bastante común) pero que deja huella, sobretodo para los que estuviesen en plena adolescencia en ese momento (yo mismo). Entretenidilla y en ocasiones bastante llamativa, Destino final es un claro ejemplo de producto comercial.