Segunda parte de la famosa trilogía Regreso al futuro producida por Steven Spielberg. En esta película podemos ver cómo la película no se conforma con lo ofrecido en la primera película y se pone a rizar el rizo. Aunque la idea era que la segunda y la tercera parte fueran una única película, en aquel momento se consideró que no era una buena idea hacer la película más cara de la historia.

Robert Zemeckis vuelve a estar a cargo de la película. Si en la primera película Zemeckis escribía el guion a medias junto a Bob Gale, aquí el director se ocupa solamente de supervisar el trabajo de su buen amigo (además de ejecutarlo, claro). Gale, de cuya mente salió la idea original que luego se convertiría en el guion de Regreso al futuro, da rienda suelta a la locura de la historia centrándose en las consecuencias de los viajes en el tiempo y dando una explicación que, pese a que puede ser desmontada por un físico con facilidad, es más que suficienta para contentar al público y hacer creíble cualquier situación que se nos propone. Zemeckis, por su parte, sigue enseñando a los espectadores que es uno de los mejores directores a la hora de crear situaciones cómicas y surrealistas haciéndolas creíbles. Aunque en líneas generales podría decirse que Zemeckis no se esmera demasiado y que se conforma con dirigir la película con normalidad, en los momentos clave aparece su genialidad y es ahí donde se marcan diferencias.

Michael J. Fox repite en el papel que le llegó en la primera película después de que la primera película comenzara a rodarse con Eric Stoltz en el papel de Marty McFly y Zemeckis prescindiera de él, según dijo, por no cumplir las expectativas. Fox vuelve a bordar su personaje, pero además ahora tiene una doble labor al interpretar a su hijo, igual físicamente pero totalmente distinto a él, una labor que ejecuta con maestría el entonces joven actor. Christopher Lloyd protagoniza algunas de las mejores escenas de la película y sigue inmortalizando a ese personaje ya clásico del cine que es "Doc" Brown. Thomas F. Wilson cobra protagonismo y multiplica por mucho su rendimiento. Una gran labor, la suya, interpretando varias etapas de su vida con un maquillaje soberbio. Elisabeth Shue sustituye a Claudia Wells en un papel con poca relevancia en pantalla (salvando algunas escenas) y está correcta, al igual que el resto de actores de reparto, entre los que no se encuentra Crispin Glover, que no quiso participar y, de hecho, demandó a Spielberg por utilizar algunas escenas rodadas para la primera entrega en esta segunda. En su lugar aparece Jeffrey Weissman, a quien se le aplicaron unas prótesis para que se pareciera a Glover.

Resumiendo, que es gerundio: la segunda parte de Regreso al futuro es algo más floja que la primera en algunos aspectos y algo mejor en otros. En términos generales, la calidad de la película es muy similar, lo que tiene un mérito bárbaro.