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España España · L'Olleria ( Valencia )
Voto de Grijander:
6
Drama. Romance. Comedia Argentina, años 80. La represión del gobierno militar, la guerra de las Malvinas, el retorno de la democracia, la crisis económica y la llegada de Menem al poder son el telón de fondo de la historia de Jorge y Laura. Él (Ricardo Darín) es una joven promesa de la literatura argentina, pero vive de los cuentos románticos que escribe para una revista de actualidad. Ella (Soledad Villamil) es una camarera que espera el regreso de su novio, ... [+]
24 de febrero de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mismo amor, la misma lluvia es una película encumbrada por la crítica que se ha convertido, con los años, en todo un referente del cine argentino. Una historia de amor del que quema y deja marca que, sin embargo, arde con poca fuerza.

Juan José Campanella es, sin ninguna duda, uno de los cineastas con más estilo que ha dado ese maravilloso país que es Argentina. Junto a Fernando Castets formó un gran tándem de guionistas de esos que ya no quedan, de los que escriben historias que se convierten automáticamente en propiedad del espectador, pues cobran vida y es quien la ve el dueño y señor de cada suceso y de cada emoción. En El mismo amor, la misma lluvia, es tras las cámaras donde Campanella no está todo lo bien que cabría esperar de un cuentacuentos de su nivel. La película es una fábula ubicada en una complicada época para el pueblo argentino que va saltando de un año a otro de forma un tanto bacheada. El paso del tiempo se antoja más como una artimaña narrativa necesaria para la historia que se quiere contar que como parte de la misma. Los personajes, salvando al protagonista, carecen de vida y evolucionan con los golpes del paso del tiempo, con lo que se pierde la magia de descubrir su interior. Por otra parte, el sonido es un apartado flojo que llega a marear y a convertir en inteligibles varias conversaciones.

Ricardo Darín protagoniza la película con esa serenidad que tienen los actores que viven de la mirada. Darín es uno de los grandes y lo ha sido desde el principio, porque sus ojos son intensos, tienen vida y además saben traspasar la pantalla. Soledad Villamil, una de las actrices más naturales que me vienen a la mente, está sembrada pese a estar enfrascada en un personaje indefinido, cambiado a golpe de reloj. Eduardo Blanco está muy correcto en un papel que no hace las funciones de un apoyo narrativo exactamente, pero que en realidad no tiene ninguna relevancia por sí mismo. El veterano (y ahora ya desaparecido) Ulises Dumont es uno de los puntos fuertes de la película, uno de esos secundarios que, gracias al actor, se abren paso a través de la multitud. Casi escondida, aunque con gran impacto cada vez que asoma la cabecita, está Mariana Richaudeau. La simpatía corre a cargo de una maravillosa Graciela Tenenbaum.

Resumiendo: El mismo amor, la misma lluvia es una película correcta pese a sus defectos. Una historia de amor atemporal encorsetada en una época concreta de la historia reciente de Argentina que, si bien consigue llegar al corazón, se esfuma con demasiada facilidad.
Grijander
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