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España España · L'Olleria ( Valencia )
Voto de Grijander:
2
Ciencia ficción. Thriller. Acción Seth, un poderoso guerrero controlado por ordenador, se quiere vengar de sus creadores asesinándolos. El único que puede detenerle es Luc Deveraux, un heroico soldado. (FILMAFFINITY)
13 de julio de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras un par de secuelas estrenadas directamente en televisión, la saga Soldado Universal recuperó a un Van Damme cuya carrera caía en picado para intentar poner en el escaparate de nuevo el nombre tanto de la saga como del actor.

Mic Rodgers, hombre de cine que ha trabajado en fabulosas películas como jefe y coordinador de efectos visuales, se lanza a dirigir y lo hace para ponerse a los mandos de la secuela "oficial" de Soldado Universal, una película en la que el guion regala despropósitos para dar y tomar sin ruborizarse, dejándose llevar demasiado por la evidencia de que quienes vayan a verla irán para ver a Van Damme repartir mamporros y no para encontrar una gran historia. No obstante, sería de agradecer un mínimo de coherencia y no encontrarnos con un calco de lo que sucedía en la primera película con las únicas diferencias de que Deveraux ahora tiene una hija y que hay una inteligencia artificial que ha visto demasiadas veces 2001: una odisea del espacio. En la primera película nos encontrábamos con que Roland Emmerich, a pesar de no hacer un gran trabajo, a menos sí tenía cierto gusto para rodar las escenas de acción, algo que Mic Rodgers, sorprendentemente (dado que su trabajo ha estado siempre ligado a ese apartado), hace de forma calamitosa.

Van Damme, para quien han pasado unos 25 años en los siete que separan las dos entregas de Soldado Universal, protagoniza la película volviendo a hacer lo que ha hecho durante la mayor parte de su carrera: dar patadas de todos los colores y correr mucho (es un tío que no ha caminado nunca, siempre con prisas). Su interpretación es floja, al nivel de la película. Michael Jai White, experto en artes marciales de todo tipo y actor que ha hecho una buena labor en la (fabulosa) miniserie de Mortal Kombat, hace aquí un trabajo espantoso. Más preocupado de que sus músculos salgan bien en plano que de actuar, el actor llega a dar un poco de vergüenza ajena en más de una ocasión. La tercera espada es el luchador de Wrestling Bill Goldberg, que al menos ofrece un personaje atractivo en el cine de acción: el típico grandullón musculado sin demasiado cerebro. Por último tenemos a Kiana Tom, que se limita a seguir a Van Damme a todos los sitios y a hacer las preguntas que desvelan la escasa trama de la película. Su trabajo, pasable.

Resumiendo, que es gerundio: Van Damme retorna para intentar relanzar su propia carrera a costa de la película que le hizo convertirse en un tipo importante de Hollywood. Para su desgracia y la de la película, la producción es un auténtico desastre desde el casting hasta el guion pasando por decorados, diálogos y dirección. Una secuela que jamás debió hacerse.
Grijander
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