Insidious fue el fenómeno del cine de terror más grande de 2010. Una promoción casi más costosa que su producción la puso en boca de todos y el resultado fue, pese a su ridículo final, realmente interesante. Su secuela no mejora los últimos minutos de la primera.

James Wan es, casi con total certeza, el tipo más dotado para rodar cine de terror a día de hoy. Su capacidad para conseguir una puesta en escena perfecta es casi infinita y, pese a ser repetitiva en la esencia, evoluciona lo suficiente como para aportar siempre algo diferente. En Insidious 2, James Wan tal vez ya ha tomado consciencia de eso y lo explota de sobremanera. Los primeros 40-45 minutos de película vuelven a ser realmente buenos, haciendo que en el espectador cunda el desconcierto y la esperanza de una resolución a la altura de las expectativas creadas, sobretodo teniendo en cuenta que en ese punto es en el que flaqueó Wan en la primera película. Para disgusto de todos, la historia se repite y mediada la película, la historia cae rodando cuesta abajo en una pendiente interminable llena de baches en forma de incongruencias, respuestas a preguntas no formuladas y una preocupante falta de implicación por parte de Wan y su guionista y amigo Leigh Whannell que deja en el aire dónde termina la genialidad y comienza el desvarío. Whannel y Wan dan continuidad a una historia que no lo necesitaba, pero empiezan con buen pie dando un enfoque diferente. El problema surge cuando dicho enfoque empieza a beber demasiado de la fuente de los clichés del género y, sobretodo, de sus secuelas, esas producciones en las que se intentan explicar cosas del pasado que acaban, casi, desvirtuando el presente y desmitificando algunos de los mejores aspectos de la historia original.

Patrick Wilson, actor fetiche de James Wan, se pone en esta ocasión en la piel de un personaje que inquieta y su trabajo es aceptable, pero vuelve a sobreactuar en ciertos momentos como ya hiciera en la primera película. Rose Byrne sigue estando a un grandísimo nivel, nada nuevo. Barbara Hershey gana protagonismo y responde con un trabajo bien entendido y ejecutado. Steve Coulter también aporta su granito de arena a un reparto que cierra, de nuevo con una labor encomiable, Lin Shaye. Leigh Whannell y Angus Sampson siguen muy graciosos dando vida a la particular pareja que forman.

Resumiendo: el ansia de James Wan por dotar a su producto de profundidad está a punto de costarle un disgusto. Insidious 2 se acerca peligrosamente a la vitrina de la primera película y no rompe su magia por muy poco. El buen hacer en lo referente al terror puro y duro sigue estando ahí, pero si entendemos la historia desde el principio con todos los datos que tenemos ahora, todo queda sumergido en un mar de dudas sobre si se acepta o no se acepta lo que se nos propone. Por otra parte, Wan lo tiene fácil con el nuevo enfoque que da a lo que (parece que) será su nueva gran saga, puesto que hay mucho de Dead Silence (su primera película de terror puro) en todo lo que vemos en Insidious 2.