El caso Slevin se debate entre una película pasable y una película notable y queda a mitad de camino. Para algunos (los menos puestos en el thriller), la película supondrá una revelación. Para los puristas, será una abominación. Para los que disfrutan de lo que ven, sin más, será una película aceptable, no muy diferente de cualquier thriller convencional pero con algún plus que otro.

Paul McGuigan no es un director de la hostia ni mucho menos. Sin embargo, tiene estilo y eso me parece innegable. Normalmente se habla de buena ambientación cuando la fotografía es oscura y las calles se convierten en autopistas hacia lo paranormal, pero también hay ocasiones, como en El caso Slevin, en el que la gran ambientación se consigue a base de la construcción de unos personajes peculiares que viven en sus mundos particulares en los que todo lo que les rodea es exactamente como debería ser, desde el color de las paredes hasta la forma de los muebles. Donde naufraga El caso Slevin es nadando entre dos aguas. Me explico: intenta ser mejor de lo que son los thrillers convencionales y sorprender al final, lo cual es digno de elogio... pero no lo consigue. He ahí su error. Cualquiera que se fije en la película desde el minuto uno, habrá descubierto el pastel al poco tiempo de metraje. Eso son muchos puntos en contra ya que se pierde el interés y, sin interés, no hay película (en este género). Por otra parte, para terminar en el apartado técnico, destacaría la buena labor de Jason Smilovic y Paul McGuigan con los diálogos, ya que algunos son sencillamente brillantes y hay un par de monólogos inolvidables.

Josh Hartnett está acertadísimo, aunque es un actor que da la sensación de interpretar siempre el mismo papel pero en diferentes frentes. Morgan Freeman, acostumbrado a su cómoda poltrona, está muy correcto pero lejos de sus mejores tiempos. Ben Kingsley es el mejor de la película, como casi siempre cuando su nombre aparece en los créditos y se marca varias escenas antológicas. Bruce Willis se mete en el registro de tipo duro que tanto le gusta y ahí no tiene rival. Lucy Liu está realmente agradable y simpática desde que aparece en pantalla por primera vez y nos deja una interpretación de impresionante naturalidad. Stanley Tucci (AKA Pepe Reina) está a un nivel altísimo cuando tiene que cubrir su parte de película, como siempre. El actor neoyorquino de origen italiano es un seguro de vida.

Resumiendo, que es gerundio: El caso Slevin no es una gran película y puede que tampoco una buena película, pero sí es una película diferente que utiliza bien casi todas sus bazas y que deja mucho espacio para el despliegue de un reparto plagado de grandes nombres que no decepciona.