Tercera película con "La Muerte" como asesino casi autoconsciente y tercera película casi calcada. Destino final 3 no da nada nuevo al espectador y eso ya no es sorpresa.

James Wong regresa a la franquicia para dejarnos el que es, posiblemente, el capítulo más divertido de los tres que llevamos ya que, además de tener tres de las mejores muertes de la saga, hace saber al espectador, con sutiles gags, que es consciente de que su juego es de risa. James Wong mejora su trabajo en la primera película y el de Ellis en la segunda en la preparación de las muertes y para ello se basa en una puesta en escena muy cuidada. Además, el tema de las fotos da bastante juego y esta tercera entrega tiene más ritmo que las dos anteriores y los personajes, pese a estar pintados con brocha gorda, al menos tienen un rol definido. En contra de la labor de Wong podría decirse que hace trampas constantemente para conseguir crear incertidumbre sobre un tema que al espectador le importa lo que viene siendo una mierda.

Mary Elizabeth Winstead es la protagonista más atractiva de las tres entregas hasta el momento y también la que mejor entiende su papel, como queda patente tras una interpretación que no es portentosa pero que sí está acertada. Ryan Merriman también está más que correcto y, aunque su papel no deja de ser el típico del género, al menos el joven actor consigue sacarle partido. Aprobado alto también para Amanda Crew, que aprovecha sus minutos en pantalla para dar una importancia a su personaje de la que en principio carece. Kris Lemche construye un personaje inquietante gracias, curiosamente, a que sobreactúa de principio a fin.

Resumiendo, que es gerundio: Destino final 3 es eso, la tercera película de Destino final en la que todo pasa como en Destino final, que comienza como Destino final y que acaba como Destino final. Una película entretenida para ver en un rato muerto.