Vuelo nocturno es una de esas películas claustrofóbicas en las que el malo y el bueno (buena, en este caso) van de la mano durante casi todo el metraje. En ocasiones esa situación se lleva por via telefónica, o con escenas que muestran a uno y otro en distintos lugares, pero aquí están sentados los dos juntos en un avión.

A Wes Craven se le va la pelota muchas veces. Es un genio, no quisiera que se malinterprete la opinión que tengo sobre él, pero hay ocasiones en las que se vuelve majara y apadrina a directores lamentables o dirige productos como el que nos ocupa. En Vuelo nocturno, Craven parte la película en tres partes claramente diferenciadas: el primer tercio presenta bien a los personajes, los junta con habilidad y, cuando llega el primer giro, contagia la tensión de la protagonista al espectador; el segundo tercio de película empieza recogiendo el testigo inquietante del anterior, pero empieza a caer en repeticiones narrativas poco coherentes y se mete de lleno en una pendiente descendiente de la que es imposible escapar; el último tercio se trata de un clímax esperado que carece de toda lógica y en el que se juntan todos los clichés del género que el propio Craven nos describe de forma brillante en esa obra maestra (sí, he dicho obra maestra) que es la saga Scream. Craven es un hombre que sabe hacer funcionar la maquinaria cinematográfica y que lleva el cine pinchado en vena, por lo que el tema de los planos y la elaboración de las escenas son de una pulcritud máxima, pero eso no significa que lo que sucede en ellas, fruto del guion de Carl Ellsworth, sea de una idiotez suprema por momentos, debido en parte a unos diálogos que te dejan KO por su toque infantil.

Rachel McAdams es como una diosa pero así como en humana. Es una mujer que me encanta, una realidad ya más que una promesa y aquí está a un muy buen nivel, lo que casi logra sostener a la película. Cillian Murphy es una de mis debilidades, lo reconozco; un actor de una sobriedad sin parangón y de una naturalidad espeluznante. En esta ocasión, sin embargo, no nos muestra su mejor cara y, aun sin hacer un mal trabajo, no está al nivel necesario. La película gira en torno a ellos y, más allá de eso, nos encontramos con el divertido trabajo de Jayma Mays y con la serenidad de Brian Cox.

Resumiendo, que es gerundio: Wes Craven se mete en algunos berenjenales acojonantes y Vuelo nocturno es uno de ellos. Un guion mediocre que el director no puede levantar pese a sus innegables dotes de gran cineasta. Pero todo sea dicho: Craven aquí no es el Craven al que conocemos. Por lo tanto, con un mal guion y un buen director que en esta ocasión no está del todo bien, nos quedan el antagonista, Cillian Murphy, que tampoco rinde a su nivel habitual y una majestuosa Rachel McAdams que protagoniza una interpretación arrolladora. Sin embargo, no obra el milagro y Vuelo nocturno se queda en película tirando a flojucha.