Tom Ford debuta en la dirección con 'Un hombre soltero', una de esas películas no recomendadas para todos los públicos más por su forma que por su fondo, aunque sus pretensiones sean precisamente las opuestas.

Teniendo en cuenta que es una adaptación de una novela y que la historia tiene un peso importante, se da uno cuenta de que probablemente el libro será intenso y lleno de unos matices que no posee la película. En el cine lo que vemos es una trama practicamente vacía y demasiado empeñada en mostrar el drama de un personaje interpretado con fuerza pero totalmente unidimensional. Una continua ostentación de la "inteligencia" que se convierte en arma de doble filo y acaba por convertir lo inteligente en superficial. Con unos planos a caballo entre lo innecesario y lo absurdo, el montaje no logra enganchar, y cuesta demasiado meterse dentro de la historia.

Colin Firth es lo que la salva de caer en la inmundicia con una actuación magistral. La sobriedad con la que interpreta al personaje se amolda a la frialdad de la historia, con la diferencia de que en el caso de la interpretación, un personaje frío, si tiene que ser así, está bien interpretado. Sin embargo una película, aunque tenga que ser dura, nunca puede ser fría. El espectador necesita algo más que una intensa música de fondo. Colin Firth consigue dar sentido a unas frases lapidarias que tendrían valor si no fuese porque de uno u otro modo, se nos dice exactamente lo mismo durante una hora y media.

Yo de moda entiendo poco, pero Tom Ford debería quedarse diseñando con lápiz y papel. Sin embargo, hay que admitir que para lo visual (más fotográfico que cinematográfico), tiene buen gusto. Eligió al español Eduard Grau como director de fotografía y acertó. Tras Colin Firth, el color y la acentuación de la luz son lo mejor de la película.