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España España · L'Olleria ( Valencia )
Voto de Grijander:
4
Drama Tres jóvenes, Jim Stark, Judy y Platón, coinciden en una comisaría. Cada uno está allí por un motivo distinto: Jim está borracho, Judy se ha escapado de su casa y Platón acababa de matar a tiros a unos cachorros. El inspector Ray descubre que los tres mantienen una relación conflictiva con sus familias. A Jim y a Judy los van a recoger sus padres, pero Platón, hijo de una pareja divorciada, tiene que conformarse con la visita de la ... [+]
20 de septiembre de 2011
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rebelde sin causa es la bandera de toda una generación. Una de esas películas que salen en todos los resúmenes del cine desde sus tiempos mozos hasta los actuales y un referente en el género de las pandillas. Pese a eso, no hay que dejarse llevar, y es de justicia reconocer que, como películ, es ciertamente floja.

Nicholas Ray era un director con mucha fama a sus espaldas ya cuando dirigió Rebelde sin causa. Un cineasta de los de antes, de los de dos películas por año. Un buen creador, también. Sin embargo, su labor en la película que nos ocupa está a un nivel tan bajo como el de su guionista Stewart Stern. El trabajo de Stern, no sé si acorde con la novela del psiquiatra Robert M. Lindner que está adaptando, es absurdo. El desarrollo se cae a pedazos desde la tercera escena y eso va en ascenso a medida que avanza la película. Situaciones inverosímiles, sin duda, las que sugiere Stern, que encuentran apoyo para convertirse en cagadas en la dirección de un Ray que se centra solamente en el carisma de James Dean, olvidando que lo que tiene que contar debe contener, como poco, algo de credibilidad. Que los protagonistas se enamoren en un día no es creíble. Que la chica haga bromas dos horas después de que su novio muera no es creíble. Que las casualidades de la vida hagan que los personajes se encuentren en cualquier lugar sea cual sea el momento que hayan elegido para ir hasta él, tampoco es creíble. Y así, podría seguir hasta que me sangraran los dedos de tanto escribir.

James Dean fue un icono. Lo fue en vida y lo fue, más todavía, tras su desgraciada pérdida. Pero no era un gran actor y eso me parece indiscutible. Tampoco era malo haciendo su trabajo, pero vivió más por su imagen representativa y admirada que por su capacidad interpretativa real. En Rebelde sin causa hace un buen papel, pero poco más. Natalie Wood, por contra, sí aporta y mucho a la película. La actriz era capaz de comerse las escenas gracias a un magnetismo y un arte para enganchar al espectador que la convertían en un seguro de vida. Aquí supera incluso las barbaridades del guión, que obligan a los actores a inventar para no quedar en ridículo. Buen trabajo también el de Sal Mineo. Su apariencia juvenil (reconozcamos que James Dean era el referente, pero su aspecto distaba mucho del de un adolescente) gana puntos para un papel que Mineo construye con aparente facilidad, si bien los personajes no tienen demasiados matices que mostrar en pantalla.

Resumiendo, que es gerundio: Rebelde sin causa, a mi entender, es una película floja. Sin embargo, el fallecimiento de James Dean poco antes de su estreno la ha convertido en leyenda. Amén de películas malditas (hay que recordar que tanto Sal Mineo como Natalie Wood también murieron jóvenes), reivindicaciones generacionales y patriotismo callejero, la película estaría olvidada en algún cajón si se la valorara por lo que realmente es: un cagarro importante salvado por el carisma de un trío, cada uno a su modo, fantástico.
Grijander
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