Los amos del barrio es una película un tanto inclasificable. Un intento de comedia disparatada que simula que está intentando ser comedida soltando gags extremos bastante absurdos que ponen el listón de la vulgaridad bastante alto para, después, convertirse en un producto casi serio. Su propuesta de combinar géneros fracasa pese a su notable trío de ases que se guarda en la manga.

Akiva Schaffer, guionista del popular Saturday Night Live, dirige su segundo largometraje sin demasiado éxito. Sigue los patrones de la comedia moderna al pie de la letra tras las cámaras, lo que consiste en dejar que pasen cosas sin importancia y de repente meter un gag aunque sea con calzador. Akiva Schaffer se olvida de los personajes, a los que adorna con un único distintivo para darles personalidad y deja que la relación entre ellos resulte chocante casi más por lógica que por esfuerzo. El guion de Evan Goldberg y Seth Rogen intenta buscar el límite y, queriendo abarcar tanto, termina por ser un banal intento que tropieza consigo mismo al intentar avanzar. Más allá de que el guion tenga unas lagunas enormes pese a su sencillez, Schaffer tampoco pone demasiado de su parte para remediarlo, mucho más pendiente de sacar la carcajada (a mí me ha sacado dos bastante grandes) que de dar sentido al relato. Eso supone, en definitiva, que el producto resultante esté plagado de gags innecesarios y vacío de sentido.

Ben Stiller es el protagonista principal, con todo lo redundante que eso pueda ser. Stiller parece haber encontrado acomodo en personajes que para la comedia utilizan un semblante serio y eso se le da de maravilla. Vince Vaughn es otro de los protagonistas y deja un trabajo muy natural, como siempre, demostrando que sabe manejarse como pocos en la comedia. Jonah Hill es, seguramente, el mejor actor de la película y no está por debajo de sus compañeros como cómico, lo que le convierte en uno de los principales activos de la película aunque, por desgracia, parece quedar eclipsado por sus dos colegas de patrulla y la relación entre ellos. Richard Ayoade hace un interesante trabajo metido en un peculiar personaje. Rosemarie DeWitt (dato Wiki: nieta del gran James Braddock, el famoso Cinderella Man) está muy correcta aceptando su rol.

Resumiendo, que es gerundio: Los amos del barrio es un producto difícil de ubicar. No se sabe demasiado bien hasta qué punto es seria o dónde empieza la comedia más allá de los forzados intentos de sacar la carcajada al espectador. Fracasa al poner unos límites que cree extremos pero que la encierran en un bucle del que no consigue escapar.