Décima entrega ya de la longeva saga de acción y uno ya se queda sin palabras para escribir una nueva crítica de Fast & Furious. Más que nada porque lo que ofrece es casi lo mismo, con muy buena acción, escenas casi imposibles (digamos mejor imposibles) y locura desmedida; amén de ir engordando en cada parte el reparto con buenos nombres que añaden más pólvora al explosivo cóctel lleno de testosterona... y estrógenos muy reivindicativos. En cuanto a la historia, es un más de lo mismo, pero poniendo a un enemigo aún más peligroso e inteligente que roza la locura y el histrionismo encarnado en un singular Jason Momoa (El Leñador). Ante semejante amenaza a la paz de La Familia Toretto y cía, Vin Diesel (Pitch Black) tiene que confiar en todos para salir del peligroso atolladero (uno más) en que se ven envueltos por un hecho del pasado. Le acompañan como siempre Michelle Rodríguez (Dungeons & Dragons), Ludacris (Rock´n´Rolla), Tyrese Gibson (Transformers), Nathalie Emmanuel (Juego de Tronos), Sung Kang (Una Bala en la Cabeza), John Cena (Amigos Pasajeros), Jason Statham (Megalodón), Helen Mirren (RED), Scott Eastwood (Despierta la Furia) o Jordana Brewster (The Faculty). Pero como aquí no para la cosa, además de seguir contando con la impresionante Charlize Theron (Mad Max: Furia en la Carretera), se ficha a Brie Larson (Capitana Marvel), Alan Ritchson (Titanes - Serie de TV) y Daniela Melchior (El Escuadrón Suicida). Y si sigo así, casi toda la crítica es un enunciado de nombres, pero en mi caso es inevitable no nombrarlos todos, porque lo mejor de estas producciones es ver a quién van a meter en cada nueva entrega. Sacarles diálogo coherente ya va a ser un reto en la próxima película, con tanto personal rondando por pantalla.

Tras las cámaras está el director francés Louis Leterrier (Transporter), buen conocedor del cine de acción que parece que ha casado bien con los retos y locuras de dirigir una entrega de Fast & Furious, a la vez que vuelve a coincidir con Jason Statham después de muchos años. Quizás un buen acierto, dado que Justin Lin empezaba a dar signos de cansancio tras el bajo nivel de Fast 9. Pero como digo, las señas de identidad aparecidas en la quinta entrega siguen ahí, pero la saga pide ya un final, porque el limón está empezando a secarse y las ideas a agotarse. Quizás veamos el final próximo y esperemos que al menos sea digno como las entregas intermedias de esta longeva serie de películas de acción bien avenidas, al fin y al cabo.