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Voto de Argoderse:
7
Drama Cuatro socios, fundadores de una exitosa empresa de diseño de aplicaciones tecnológicas, son pillados desviando fondos a un paraíso fiscal. Un mediador tratará de ayudarles a decidir a quién echarán la culpa del fraude: el que decidan deberá pasarse 7 años en la cárcel exculpando a los otros tres socios. (FILMAFFINITY)
2 de noviembre de 2016
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el centro: una mesa, cinco sillas, un tablero de ajedrez, mucho talento y más aún psicología, manipulación y traiciones. De una forma teatral, minimalista, asistimos a un juego psicológico entre cuatro actores muy notables. Paco León, descompuesto, a priori el más débil, pero con varios ases en la manga; Alex Brendemühl, la manipulación personificada; Juana Acosta, una dama de armas tomar; y Juan Pablo Raba, un tiburón sin un pelo de tonto. Cada uno con su idiosincrasia y un cascarón a punto de romperse.

Por encima de todos, el fantástico Manuel Morón, que representa la figura del mediador, tan necesaria aunque no nos demos cuenta. No juzga. No es su cometido. No tiene interés por ninguno de ellos y a veces parece un convidado de piedra. Solo asiste como espectador de lujo ante el canibalismo que presenciamos en poco más de hora y veinte minutos. Su momentos son, quizá, lo más lúcido de toda la sala.

La idea central de la película se destapa en los primeros compases. A partir e ahí, poco a poco los personajes se van desnudando y destripando unos a otros. 7 años es el tiempo que hay que pasar en la cárcel por la codicia de querer siempre más y no estar contento con nada. Esa habitación claustrofóbica donde se desarrolla todo es solo una metáfora de la gran prisión en la que nos movemos.

Todos quieren evitar las rejas, pero no se dan cuenta de que se encuentran encerrados en la sede de una empresa que no deja tiempo libre ni vida más allá de un dinero que no se disfruta y una familia que pasa desapercibida, olvidada. En definitiva, una vida entregada a la codicia, esclava del dinero y ese ideal de éxito, fama y lujuria donde nos hemos instalado.

En poco tiempo se condensa tanto, se mezclan tantas sensaciones como en una batidora. Te remueve y provoca. No puedes permitirte el lujo de pestañear antes de alcanzar el clímax. Pero después de tanto fuego, de tanto calor, el desenlace deja algo frío. Este es el debe del trabajo de Gual, junto a ese análisis básico de la corrupción que tanto apesta en estos años y que parece no salir de Suiza. A pesar de ello, la película se sostiene porque tiene argumentos fuertes a los que agarrarse. Y por ello, 7 años, merece la pena para ver en pantalla esas miserias que están a la orden del día.

Más datos sobre esta y otras películas en el blog: http://argoderse.blogspot.com.es/
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Argoderse
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