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Voto de Argoderse:
4
Drama Una ama de casa y madre asfixiada por las responsabilidades toma una extraordinaria decisión que cambiará su vida para siempre.
7 de diciembre de 2018
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer". La frase atribuida al novelista y dramaturgo brasileño, Paulo Cohelo, resume una parte de La búsqueda de la felicidad, la película de Dominic Savage protagonizada por Gemma Arterton y Dominic Cooper. La a otra parte de The Escape se puede resumir en soberano aburrimiento. Y aquí va el por qué.

Todo resulta demasiado evidente. Los personajes están muy, muy estereotipados. Casi caricaturescos. Y en el caso de Gemma Arterton, pese a que entiendes sus razones, sus motivos, su infortunio y quieres hasta cierto punto que huya, acabas por soltar un: "¡Venga ya!", antes de dar carpetazo a una película demasiado tediosa.

Es verdad que trata temas muy actuales. Por ejemplo la incomunicación en la pareja. Una 'enfermedad' muy extendida. También la soledad dentro de la misma, la imposibilidad de afrontar con tu novio, novia, esposa o marido aquello que te causa aflicción. Ya sea por miedo o porque, simplemente, acabas reducido a casi un zombie andante, como parece por momentos Gemma Arterton.

Luego está ese maniqueísmo de 'el dinero no da la felicidad' o 'no se puede tener todo en esta vida'. Es verdad, la vida es cuestión de elección y una mala decisión no tiene por qué condicionar el resto de tu existencia. Existe el cambio. Pero en La búsqueda de la felicidad es tan falso, tan increíble -en sentido negativo y a veces inverosímil, sobre todo hacia el desenlace- que al final no logro empatizar salvo si me posiciono en el egoísmo. Eso sí, el momento en el que Arterton se abre en canal y confiesa su tristeza es el mejor de la película. Pero su insatisfacción, hasta ese punto, ya se ha hecho contagiosa y ni eso remonta.

Seguramente habrá gente que se encuentre en la situación de Gemma Arterton y también en la de Dominic Cooper, la otra cara de la moneda. El que cree vivir un idílico matrimonio y es incapaz de comunicarse también con su 'sufrida' esposa. Por suerte o por desgracia, no me he encontrado en esa situación y aunque trate de no tomar partido por los personajes, analizarlos desde un punto de vista objetivo, me termina siendo tarea imposible. Acabas despreciando a los dos y, en consecuencia, al resto.

Podría decirse que la película, solo por provocarte esos sentimientos, ya ha conseguido uno de los objetivos del cine, como el de remover. Pero es tan pausada y tan introspectiva que se olvida del otro aspecto fundamental, a mi juicio: entretener. De ahí que acabe dándome pereza el trabajo de Dominic Savage. Otra vez será.

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Argoderse
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