Emotiva película, Me sorprendió mucho comprobar hacia dónde se dirigía esta historia, y tengo que reconocer que cuando la acabé estaba realmente emocionado ante lo que había visto.

Parece que vas a ver otra de tantas cintas sobre las condiciones lamentables de los presos de guerra en territorio enemigo. Luego, con la aparición de Bowie y la reacción del personaje de Sakamoto, crees que la cosa irá por otros derroteros. Y en parte es cierto, ya que la película no oculta (siendo del 83 y japonesa, cosa a tener en cuenta) el contexto homosexual de la historia. Pero va mucho más allá. Es todo un retrato de las emociones que podemos llegar a tener los seres humanos, incluso en las condiciones más extremas y crueles.

Por eso, pese a que existe cierta curiosidad por ver cómo evoluciona esa historia del soldado japonés enamorado de otro hombre, lo que se lleva la palma es, sin duda, lo que aporta la otra trama, a priori menos importante, que es la desarrollada entre Kitano y Tom Conti. Nunca Kitano, acostumbrado a verlo en esos papeles hieráticos en sus películas de yakuzas, había conseguido emocionarme tanto. La película es un verdadero canto a la amistad y contra la sinrazón que supone ver a gente odiarse por las decisiones de unos políticos que nunca darán la cara en estas circunstancias.

Es una película muy triste, con uno de los finales que más me han impactado últimamente, pero al mismo tiempo es una obra que te ayuda a reconciliarte, en parte, con el ser humano (si es que aún nos queda algo de humanidad).