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España España · Madrid
Voto de I_Monde:
8
Drama A finales de la Época Heian en el siglo XII, el gobernador de un pueblo es enviado al exilio. A pesar de que su familia quiere ir con él, ninguno podrá acompañarle, pues, engañados por una vieja que se hace pasar por sacerdotisa, son vendidos como esclavos por separado: la madre por un lado y los hijos por otro. (FILMAFFINITY)
27 de enero de 2009
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Si una persona no siente la caridad, no es una persona.
Incluso ante tu enemigo hay que sentir la caridad."

Esta declaración de intenciones hace la película desde el principio, en una entrañable conversación entre el honrado padre de familia y Zushio, su hijo, en el que será su despedida ya que ha de partir al exilio, donde le obligan a marcharse tras serias disputas con sus superiores. Es el final de la era Heian (siglo XII) y la esclavitud en Japón está muy extendida, es una época oscura y revuelta, y la familia debe separarse, marchando la mujer, el hijo Zushio y su hermana Anju por un lado, y el padre por otro. No cuento más, sabe mejor si lo descubres poco a poco.

Esta película, a pesar de contar ya con 55 años, es uno de los más bellos y significativos alegatos que contra la esclavitud y el tráfico de humanos se ha hecho jamás. También clama contra la injusticia, la opresión y el clasismo que existía en la sociedad feudal japonesa de la época, pero que en otro estado se podría trasladar a esos años 50, e incluso a nuestros días, sin duda alguna. Es un canto sencillo, realizado de manera sencilla, en la que se muestra un dolor humano desgarrador sin recurrir a primeros planos exagerados, usando planos que no dejan indefenso al personaje ante la cámara, sino que lo muestran en toda su categoría humana, con sus sentimientos y sus emociones.

Hay magníficas escenas que perdurarán en mi memoria para siempre, por su belleza y por su significado, sobretodo por su significado. La conversación entre el padre y Zushio que mencioné antes, la escena de las barcas, las marcas a fuego sobre los esclavos, la escena de Anju en el lago... No quiero desvelar nada aunque me encantaría expresar todo lo que me hicieron sentir, pero es una experiencia inolvidable el visionarlas sintiendo el placer de una película increíblemente bien hecha, con un guión tan preciso, con unos movimientos de cámara tan elegantes, con una suavidad en la historia que te va encogiendo el pecho a cada minuto, con una música que cuando surge estremece, con unos personajes inolvidables (atención a Anju, y al omnipresente padre), y jóder, uno de los finales mejor rodados que jamás he podido ver.

Dos horas de intenso cine de verdad, japonés pero válido para cualquier cultura, con una situación del siglo XII pero completamente atemporal, con unos valores envidiables para todo ser humano. Con multitud de preguntas e interrogantes lanzadas a las sociedades de cualquier rincón del planeta.

"(...) Pero el mundo era mucho más cruel de lo que yo imaginaba, de nada sirve la voluntad de una sola persona, al ser humano le son indiferentes las desgracias cuando no le afectan directamente, la piedad se rinde ante el egoísmo. La vida es muy dura, los seres humanos son crueles y en lo más profundo de su ser solo saben pensar en si mismos."
I_Monde
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