La controversia que despierta el cine “Dogma” se acrecenta en el caso de “Anticristo”, al tratarse de una historia protagonizada íntegramente por tan solo dos protagonistas y, sobre todo, por el preaviso del repertorio “gore” que se va a mostrar.
Lars von Trier relata a través de una serie de capítulos –prólogo y epílogo a modo de spot incluidos– una historia muy en sintonía con su particular trayectoria: sus típicos movimientos y desenfoques de cámara, la expresividad de los actores y alguna que otra escena gratuita (para unos) e impactante (para otros).
Por lo tanto, parece que toda la polémica viene servida por una escena al más puro estilo “Un perro andaluz” en versión depravada y alguna que otra en la que hay que evitar que salpique la sangre, pero que tampoco van a cambiar la historia del cine, ni para bien ni para mal.
Lo que se trata es de una obra muy personal, en la que se retratan las penas de un matrimonio desmembrado y donde la influencia de Bergman, Dreyer y Tarkovsky se hace latente.
Pero eso no es todo: ese planteamiento da lugar a un sinfín de simbolismos y juegos psicológicos que hacen que el conjunto se acabe convirtiendo en un pulso entre la evidente repugnancia y las implícitas y complejas interpretaciones de la historia que va surgiendo paralelamente.
Aunque si de algo peca la cinta es de dar un repentino vuelco sin dar todas las pertinentes aclaraciones. Pero claro, es Lars von Trier, y se puede permitir esos giros argumentales.
Lo que sucede, es que lo hace este director, y surgen otros muchos que quieren hacer lo mismo, y ahí pasa lo que pasa: poetas visuales, transgresores de la imagen y demás imitadores que nos solemos encontrar casi en cualquier rincón del mundo, pero que no están a la altura de las circunstancias, bien por falta de talento o por no tener una clara propuesta.
Ello se demuestra en que este tipo de cine está –y debe estar– al alcance de unos pocos, de los que realmente sepan manejar ese lenguaje y transmitir mucho con tan poco, aunque su propósito no se perciba, o no exista.