Esta película tiene una historia cruda y cuenta la realidad que viven millones de personas en el globo. Es sencilla y compleja, divertida y estremecedora, cariñosa y cruel. Tiene todos y cada uno de los ingredientes para que tus cinco sentidos sientan durante todo el relato. Te ríes, de repente una escena que te cambia la cara, y eso es muestra del trabajo magistral de Figgis y su magnífico reparto.

Este film pasará a la historia como los mejores de alcoholismo y pasará el tiempo, pero no para esta obra. Es porque sencillamente muestra la realidad como es, sin rodeos, y eso se agradece aunque se da la paradoja de que hace daño. Porque en este mundo hay cosas bellas, pequeñas y grandes, y cosas malas y no tan bellas. Y dentro de esas cosas malas y feas hay cosas aún peores. ¿A dónde quiero llegar?. Bien: ¿No tiene suficiente una prostituta con serlo, si no que tiene que aguantar a un sucio socio y los maltratos constantes de clientes sin corazón? ¿No tiene suficiente un alcohólico con serlo, si no que tenga la voluntad de morir? Son cosas horrendas dentro de las cosas feas de la vida; lo más triste es que son reales, hay casos parecidos, y quizás Figgis quiso mostrar con esta historia que no todos vivimos también y que a pesar de ello todos podemos amar, y podemos ser felices si nos respetamos el uno al otro.

Como veis, tiene una profunda esencia moral y reflexiva, y de paso te enseña indirectamente todo lo perjudicial del alcohol, sus consecuencias. Y la lamentable situación de prostitución. Dos historias estrechamente ligadas en la que accidentalmente surge el amor. Otra lección más: se puede amar sin tener en cuenta los prejuicios.

Poco más que añadir, un film precioso con un final probablemente esperado que no quita maestría y grandeza a la obra. Quizá pueda servir como instrumento pedagógico en centros de rehabilitación para personas con estos problemas. Todo puede cambiar.